Pasaporte de incertidumbre

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Por: Abel Bailón.

Muchos de ellos llegan por tierra, otros por aire, dejar el lugar de donde son originarios, emigrar y empezar de cero, debe ser una de las cosas más difíciles de enfrentar para el ser humano. Estar en un país desconocido, llegar y adaptarse a todos los cambios culturales es un reto que cada uno de los venezolanos tienen que enfrentar al momento de emigrar, pero sobre todo encontrar un trabajo estable, que muchas veces se les complica por estar indocumentados.

Llegan a su lugar de destino con una mochila cargada de emociones y esperanzas. Muchos de ellos llegan sin papeles y con la corrupción del sistema político que existe en su país de origen, se les complica hacer los trámites pertinentes para hacer legal su estadía y comenzar a buscar un trabajo estable. La gran mayoría optan por trabajos de medio tiempo, informales o deciden hacer sus propios emprendimientos.

ONG

Sentado en su oficina, vestido con corbata y traje formal, se encuentra Francisco Carrión, quien es el flamante director de ACNUR-Ecuador (Agencia de la ONU para los Refugiados), con mucho recelo y desconfianza accede a dar información acerca de esta ONG que él se encuentra administrando, “la verdad que para dar este tipo de entrevistas tendría que pedir una autorización primero, por medio de un oficio, aunque eso puede llegar a ser demoroso, pero te puedo dar declaraciones, datos e información, pero sólo que tomes apuntes, no quiero grabación, en audio ni en video”, advierte y aclara Carrión, tratando de excusarse y ayudando con algo de información valiosa.

“La ACNUR, es una agencia para los refugiados y trabaja en el Ecuador desde el año 2000, nuestra principal labor se basa en dar apoyo al estado para proteger a la mayor población de personas reconocidas como refugiadas, en este caso, la mayor cantidad de personas extranjeras refugiadas en el Ecuador, son de nacionalidad venezolana”, explica el director, mientras enciende su computadora para dar unos datos.

Una vez encontrados los datos y listos para ser disparados por su boca, Carrión comienza a puntualizar cada uno de ellos, “en el año 2008, se hizo la primera evaluación de la situación de los venezolanos en Ecuador, de cuales uno de los datos principales arrojó que las ciudades a las que se dirigían los inmigrantes venezolanos una vez ingresados al país son: Quito, Guayaquil y Manta” y al mismo tiempo añade: “Más del 60% de los adultos encuestados viajaban en posesión de cédula de identidad como único documento de viaje, mientras que en el caso de los niños más del 50% viajaba en posesión de una partida de nacimiento como único documento”.

Se le consultó sobre el tema laboral de los venezolanos y con mucha determinación contestó, “en el tema laboral es importante destacar que el 88% de la población encuestada ingresando a Ecuador tenía entre los 18 y 40 años, en edad de trabajar o considerada como económicamente activa. Además, 54,8% de los encuestados mencionó que tenía empleo en Venezuela, con unos 33.8% que ejercía labores relacionados al comercio o al sector público de su país. Por otro lado, los trabajadores independientes que en Venezuela eran un 21,3%, en Ecuador se incrementaron a 39,7%, lo que demuestra la informalidad que existe en lo referente a lo labora”.

Ya en el ámbito local, Carrión aborda el tema y destaca que en Manta hay 9 albergues actualmente, pero atribuye que los datos estadísticos demuestran la falta de empleo para los ciudadanos venezolanos, en primera instancia por llegar sin documentos legales y recurrir a la informalidad en su gran mayoría, “Casi el 70% de los encuestados en la ciudad de Manta en este último semestre, trabajan en el sector informal y la mayoría (88.7) han mencionado ganar menos de un salario básico unificado. Finalmente, entre los encuestados, su necesidad primordial de información y apoyo fue obtener ingresos y/o encontrar empleo”.

Según la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Emigrantes de Venezuela, Ecuador cuenta con un total 417,199 de emigrantes y refugiados venezolanos en la actualidad.

 

Ciudadanos Venezolanos

Las frías mañanas, acompañadas del sonido de la alarma que salen desde un dispositivo móvil. César Brito, junto con su esposa Mergloris Figuera, ambos de nacionalidad venezolana, todas las mañanas se levantan desde las 05h00 para dirigirse a su lugar de trabajo. Es un pequeño espacio ubicado en el patio de comidas del mercado “Los Esteros” en la ciudad de Manta, Ecuador. En donde ofrecen comida típica de Venezuela como: arepas, empanadas de harina, pabellón, hallacas entre otras variedades.

César, mientras limpia una de las mesas del comedor, comenta que en su país de origen trabajaba en el sector hotelero, “en Venezuela trabajaba en la parte hotelera, sector privado, específicamente en la parte administrativa. Yo era el encargado de recepción de mercancía en la parte de contraloría, recibir los productos, el almacenamiento y pasaba los reportes de facturas al contralor y también hacía el manejo de inventario”.

Rascándose la cabeza y haciendo una mueca con su boca, recuerda lo difícil que se tornó la situación en su país natal y explica la razón por el cual decide salir del mismo. “Los primeros años que empecé a trabajar si era sostenible con el sueldo que me manejaba y alcanzaba para tener una calidad de vida aceptable, pero la situación de mi país comenzó más a decaer que ya era insostenible, empezó a subir la inflación y el sueldo no alcanzaba para el sustento. Ese fue el motivo para salir de Venezuela y venir aquí al Ecuador”.

Cuando llegan al “puerto atunero”, César junto con su familia se encontraban indocumentados, por ende, les era difícil conseguir un trabajo estable, “al inicio conseguía trabajos rutinarios, de momentos. Empezamos a tocar puertas y fue duro conseguir empleo, ya que con la cuestión migratoria se puso un poco duro y estrictos por el auge de emigrantes venezolanos”, asevera el ciudadano extranjero, mientras comienzan a llegar clientes al local y su esposa se dispone a atenderlos.

Cesar, pudo sacar los papeles y aun así no pudo encontrar un trabajo estable. Con su esposa deciden emprender y tener su propio local de comida, “con mi esposa y yo, decidimos emprender nosotros mismos, un conocido que está en el mercado de los Esteros, me ayudó con la cuestión de los papeles para poder optar un local aquí en el mercado, gracias a él y por su apoyo en ese aspecto estamos aquí.”, revela César mostrando una expresión de alegría.

César y Mergloris ciudadanos venezolanos ante la falta un trabajo estable. Abren su pequeño local de comida “Rik Sazón”, en el mercado “Los Esteros”.

 

Sentado en una silla de plástico color marrón y una mesa blanca del mismo material que utiliza como su escritorio, una laptop, audífonos, aro de luz y muchos libros apilados en forma de torre, son los principales materiales y herramientas que utiliza Luis Figuera para impartir sus clases de coaching a sus alumnos de forma virtual.

Cuando da clases, su vestimenta de la cintura hacia arriba es formal o semi formal: camisa y saco. Del dorso hacia abajo viste ropa más hogareña: una bermuda y zapatillas. Junto a él no puede faltar una taza de café que es el complemento ideal para sus largas jornadas de labores.

Luis Figuera, imparte clases en línea de coaching programación neurolingüística.

Nacido en Maturín, Venezuela y con una licenciatura en Administración de Empresas y especialización de Gerencia en Recursos Humanos, Luis destaca la trayectoria que tiene en el mundo de la capacitación a lo largo de los años, mientras muestra su título de Licenciado en Administración de Empresas, “desde el año 2012 me dediqué de lleno a la actividad del coaching, programación neurolingüística, tengo cerca de 20 años dedicado a la actividad de capacitación, entrenamiento, formación y consultoría”.

“En Venezuela tenía un emprendimiento personal junto con mi esposa, una empresa de capacitación sólida, robusta, constituida”, recuerda Figuera mientras se toma su primer sorbo de café.

En los tiempos buenos y de auge de Venezuela, Luis recuerda que con su emprendimiento tenía una calidad de vida aceptable para él y su familia. Pero de a poco, todo iba cayendo como un efecto dominó por los diferentes problemas que se veían venir en el país petrolero y narra: “cuando Venezuela se encontraba bien, mi actividad profesional iba de la mano, el proceso productivo era muy beneficioso, el rendimiento obtenido por parte de la actividad era bien interesante, esta me permitía holgadamente mantener a mi familia y una calidad de vida bastante aceptable, después progresivamente fue disminuyendo la actividad profesional y se fue agudizando por la falta de electricidad, la carencia del internet, las diferentes dificultades que habían en los vuelos nacionales, el traslado terrestre, los elevados índices delincuenciales impedían reunirnos y hacer actividades personales y profesionales”.

Como la mayoría de Venezolanos Figuera decide junto con su familia emigrar y su destino es Manta, Ecuador. Encontrar trabajo no fue difícil ya que se dedicó a la misma actividad que tenía en su país de origen, “ya radicado en Manta me dedico a la actividad del coaching, a la capacitación y asesoría, ya que hay la ventaja que se trabaja con el uso del internet fundamentalmente y más ahora por el tema de la pandemia”, detalla Luis mientras se prepara para iniciar su clase.

Empanadas ¡De Ley!, emprendimiento de la familia de Luis Figuera que ofrecen empandas típicas de Venezuela.

Felicidad y emoción son los sentimientos que invaden a Luis al estar en una situación favorable dentro de un país ajeno a sus raíces. Destaca que toda su familia se encuentra activa laborando e incluso tienen un emprendimiento de comida en el recibidor de su casa, “mi hija está activa laboralmente en una empresa importantísima de la ciudad, mi hijo tiene un emprendimiento propio y adicionalmente trabaja para un restaurante muy importante en la ciudad y el emprendimiento que establecimos aquí en el portal de nuestra casa que está llevando al frente mi esposa el cual los cuatro miembros de mi familia nos encargamos de diferentes labores”.

 

Alfredo Guzmán se aproxima, llega y deja el casco sobre la mesa, pone en el piso su mochila extremadamente grande de delivery y se sienta en una de las sillas del patio de comidas del Paseo Shopping, revisa su teléfono y saca una botella con agua del bolsillo lateral de su mochila, para tomarse un sorbo e iniciar la conversación.

Alfredo Guzmán lleva radicado 3 años en la ciudad de Manta.

Es un joven más, de los tantos que tuvieron que abandonar su país natal para emprender una nueva vida y buscar un futuro mejor. Actualmente tiene 24 años de edad y lleva tres años radicado en Manta, Ecuador. Mientras acomoda su mascarilla de estilo militar con su mano derecha, comienza a sintetizar cómo era su vida laboral y personal en su país de nacimiento, Venezuela, “mi vida en Venezuela era entre comillas normal. Podía solventar mis gastos, pero si era muy complicado, ya que recién cuando termino el bachillerato en el colegio, tengo mi primer trabajo y en ese trabajo duré dos años y medio, renuncié para venirme acá, a Ecuador”.

Llega al país acompañado de su madre y enseguida comienza a buscar trabajo, al igual que la mayoría de sus compatriotas llega indocumentado, es uno de los impedimentos que le acompañaba, pero aun así el luchó para salir adelante. “El proceso de encontrar trabajo si ha sido y es complicado debido a que las oportunidades aquí han sido bastante bajas por lo que uno llega indocumentado, sin embargo, mi madre y yo nos hemos resuelto con cualquier cosa. Yo he sido vendedor puerta a puerta de servicios, vendedor de comida y otros trabajos informales que ha sido mi sustento”, explica Alfredo mientras coloca sus manos sobre la mesa y las cruza.

Con lo poco que ganó, junto con su madre pudieron sacar toda la documentación correspondiente. Aun así, en la actualidad trabaja haciendo carreras en su motocicleta (delivery) y se siente agradecido con Manta y su gente por la acogida que ha tenido, “Voy a seguir trabajando duro porque estoy empezando de cero en un país y ha sido un proceso de aprendizaje bastante interesante y fuerte. Estoy bastante agradecido con Ecuador y Manta por darme la oportunidad de vivir aquí y sobre todo espero devolver todo lo que me han dado”. Admite Guzmán dibujando una sonrisa en su rostro.

Alfredo en la actualidad se dedica hacer mandados y pedidos a domicilio en su motocicleta.

 

Una cámara profesional, su computadora, teléfono celular y sobre todo su astucia, carisma e inteligencia, son los principales elementos que utiliza Andrés Corona para realizar su trabajo como creador de contenido en redes sociales. Habita en el mismo edificio en donde se encuentran las instalaciones de Pont Institute, ya que trabaja también para ellos. Su cabello es corto y tiene una barba bien poblada, tiene dos anillos, uno en cada mano y se le visualiza tres tatuajes alrededor de su brazo izquierdo. Viste un “outfit” deportivo (camiseta, calentador y zapatos deportivos).

Advierte que su historia de cómo llegó a Ecuador es muy larga, pero propone ser lo más resumido posible y se prepara para relatarla mientras se termina de acomodar su micrófono de bolsillo para entrevista. “Mis trabajos en Venezuela profesionalmente eran en la parte administrativa y comercial de empresas y negocios. En este sentido los últimos años de trabajo en mi país fue administrando un local dentro del centro comercial, al mismo tiempo trabajaba con todos los negocios que eran del mismo dueño. En este caso era una farmacia, un lugar de cosméticos y también un parque de atracciones dentro del mall”, rememora Corona mientras “chasquea” los dedos de las manos.

A pesar de tener un buen trabajo y ganar bien, Andrés se ve afectado cuando la inflación llega al país y el panorama cambia desfavorablemente para él, “en un principio cuando empecé con esas funciones fue bueno, pero a la larga la inflación de mi país Venezuela, fue devaluando la moneda e hizo que ganara muy poco, llegó un punto en que llegué a cobrar un sueldo mínimo en comparación de las personas que vendían de manera informal productos en la calle”, detalla el ciudadano extranjero, mientras mueve la cabeza de un lado a otro en señal de decepción.

Decide emigrar por la situación del trabajo y porque ya se aproximaba la llegada de su segundo hijo. Se viene junto con su primo y explica por qué decide venir a Manta, “tenía decidido venir a Ecuador, ya que en Quito vivían unos ex compañeros de escuela, pero justo un par de meses antes se comunica conmigo un primo. Él me comenta que ya ha vivido un tiempo en la ciudad de Manta, pero cuando pasa lo del terremoto y se devuelve a Venezuela, me da referencia de que la ciudad es pequeña y acogedora, había muchos turistas, playas, era tranquila en comparación a ciudades como Quito y Guayaquil y eso fue lo que me atrajo”.

Llega a Manta junto con su primo y a los dos meses consigue su primer trabajo y decide vivir aparte, “yo llego con recursos limitados, justo 2 meses después de mi llegada, conseguí trabajo y al mismo tiempo conseguí un arriendo aparte, fue un día maravilloso”, recuerda emocionado Andrés con una sonrisa en su cara.

Su primer trabajo es en un restaurante como mesero, al instante lo relevan a cajero y días después en la parte administrativa, “en el restaurante solicitaban a un mesero, en los primeros 5 días, llega el dueño quien también cuenta con una planta procesadora de pescado y sin saberlo, lo recibo a él como cualquier otro cliente más, ya que no lo conocía. Él se da cuenta como yo lo recibo, como voy trabajando y me llama un par de días después y me manda a pedir mi currículum, en el cual vio toda la experiencia que yo tenía cargos administrativos. Al darse cuenta de eso, me indica que él está buscado a una persona para manejar el tema de ventas, dedicado al análisis de los diferentes clientes”, detalla Andrés.

Lamentablemente en ese tiempo él estaba en proceso de hacer legal su estadía en el país, pero por la falta de un documento Corona no puede continuar en su puesto y después de sus tres meses de prueba pierde el mismo, “estuve los 3 meses de prueba en esta empresa, pero lamentablemente, en esos tres meses estaba con el tema de que quería hacer el papeleo para mis trámites legales, en eso sólo me faltaba un documento que lamentablemente nunca me pudo llegar por los las manifestaciones que estaban sucediendo en mi país. Al no contar con la visa no podía continuar y me tuve que retirar” recuerda con tristeza y al mismo tiempo añade: “fue un declive, un momento anímico bastante feo”.

Tiempo después se dedica hacer videos y trabajos con edición y fotografía, le llega la oportunidad caída del cielo y comienza a trabajar en el instituto y explica: “conozco a una persona que está con unos proyectos, él quería abrir un instituto de inglés llamado “Point Instituto”, el ingeniero Mario López, me mandó a que trabaje en la parte de diseños. En eso yo había aprendido hacer materiales audiovisuales, eso lo hice empíricamente por el tema de hacerme videos a mí mismo en YouTube”.

Ya con el trabajo en el Instituto de Idiomas, al mismo tiempo decide emprender y se crea un espacio en las redes sociales para la creación de contenidos, “mi emprendimiento el día de hoy, se llama “Escape creativo” y se dedica a la creación de contenido audio visual para empresas, pero dirigido a redes sociales. En este sentido, videos para Instagram, Facebook, ya sea para personas, empresas, restaurantes, incluso hace poco estuve haciendo un spot publicitario de video para el hospital”, recalca Andrés mientras muestra unos de sus trabajos publicitarios en su computadora.

Andrés Corona, labora en Point Institute y al mismo tiempo con su emprendimiento “Escape Creativo”.

El llegar a un país ajeno sin documentación en la mayoría de los casos es algo común en los emigrantes venezolanos en Ecuador, vienen a un territorio desconocido a empezar de cero y no les queda más remedio que levantarse tras vivir momentos de angustia y desesperación en su país natal. Al llegar a su destino, vienen con las “justas” económicamente y deciden aventurarse en muchos de los casos, sólo con su cédula venezolana.

 

 

En medio de este contexto para algunos  no les quedan más que  aferrarse al trabajo informal o recurrir a tener su propio emprendimiento una vez conseguido la estadía de forma legal.

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