La fuerza del amor
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Por Amy Loor
Viviana Cano es una madre soltera de Jaramijó, tiene dos hijos un varón de 12 años llamado Anthony Carbo y una niña de tres años Natalia que padece de acondroplacia. Es una enfermedad genética de tipo displacia ósea que se caracteriza por el enanismo; aquella enfermedad no tiene cura pero si tratamientos encaminados a paliar las dificultades de quienes la sufren.
Evalúan que hay alrededor de doscientos cincuenta mil personas con acondroplacia en el mundo, en el Ecuador existen doscientas personas de talla baja y en lo que respecta al nivel del austro son alrededor de veintitrés personas.
La enfermedad de su hija Natalia fue detectada a los 7 meses de gestación, recuerda aquel día con un dolor desgarrador en el pecho. Le tocó aceptar y ser resistente, ya que, su trabajo al estar embarazada consistía que, cada mañana a las 7am salía de su casa a vender dulces, colas, aguas, por las calles del Patronato, con la ilusión de que alguien de buen corazón le ayudara, precisó Viviana.
“Por más que la vida me ponga piedras en el camino siempre tratare de hacer lo mejor por el bien de mis hijos, es lo único que importa”.
Pasan los meses y trae al mundo una pequeña niña que la llamo Natalia y a quien recibió con lágrimas de alegría, el cuerpo diminuto hacía que sea más abrazable, y la delicadeza, ternura y amor desbordaba en aquella habitación de cuatro paredes, pintada totalmente de blanco reflejando la pureza y la paz. Fue allí cuando quebró en llanto al darse cuenta que lo tenía todo, desde ese instante le agradece a Dios por la vida, por los aprendizajes, por las caídas, por los triunfos.
Al pasar los días, no todo era color de rosa, ya no tenía como comprar alimentos, decidió no esperar más y salir a trabajar, no en las mejores condiciones, ya que, tenía que estar en reposo, pero siendo madre soltera tenía que llevarse sus a dos hijos al hombro, Viviana resaltó que, “fue muy criticada por poner en riesgo a sus hijos”, pero la realidad nadie la sabe, tuvo que ser persistente, firme; así como hay días malos también hay buenos, y aquel no pintaba como uno de su agrado.
Viviana recuerda con regocijo, aquel 7 de febrero del 2019, cuando una chica con corazón noble se le acercó y le dijo, “gracias a personas como usted de trabajadora y luchadora el mundo cada vez es mejor” aquella frase le hizo saltar el corazón y con un gran gesto la abrazó con amor. Pero allí no terminaba el ameno momento, la chica llamada Amelia trabajadora de la guardería del Patronato de Manta, le hizo una propuesta, ofreciéndole que podía dejar a Natalia en aquel lugar, hasta que Viviana finalice con su labor.
La mira sin palabras, soltó lágrimas, le dio un cálido abrazo agradecida, se le aclaró un poco la vida, observo a su hija con ilusión, le dio un suave beso en su frente chica y sonrió.
Natalia Carbo a pesar de su corta edad y enfermedad logra ver la vida con alegría, es así como en su mirada tierna y deslumbrante se refleja la esperanza y las ganas de vivir. Es impresionante que, con tan solo tres años de edad sepa contar los números en inglés, las vocales y el abecedario; a Viviana le ha tocado ser de todo un poco, aseveró que, “hará lo posible para que sus hijos tengan una educación de calidad, sean personas de bien, que luchen por sus sueños y que el esfuerzo siempre es el camino al éxito.”
Viviana puntualizó que, “es una mujer fuerte, que en su situación se obliga asumir nuevos papeles a pesar que la vida le ha dado muchos golpes”. La rutina lentamente la está acabando y este tiempo que vive no es su mejor amigo.
Actualmente la pandemia no la ha dejado trabajar, ha afectado demasiado su nivel económico y el bono de Natalia por la enfermedad que posee, no ha tocado la puerta y no tiene hora de llegada, se refleja en su rostro de preocupación y frustración. Le ha tocado insistir para obtener ayuda de alguna institución benéfica, toda esta sobrecarga recae en Viviana y pone la situación muy complicada. Aclaró que, “como madre soltera la crianza de sus hijos se ha vuelto más esforzada a la vez temerosa, ya que ella es la protección y fortaleza”, siempre tiene que ser fuerte darles ánimo, fortalezas y tener paciencia ante cualquier adversidad. Los hijos se dan cuenta de todo, entran en pánico y se deprimen.
Da las gracias porque a su lado tiene a personas como sus vecinos, dos iglesias y amigos que le ayudan con la alimentación, los medicamentos que son súper caros, y las cosas fundamentales para el hogar. Con la cooperación de sus allegados, a Viviana también le apoyan a realizar bingos o vender comida como tonga y empanadas de verde, hoy por hoy no puede realizar bingos, pero realiza rifas de objetos pequeños o de Tonga.
Añadió que, “criar a dos hijos uno de ellos con una condición especial en solitario no es tarea sencilla, pero que siempre hay motivos para seguir adelante”. Cree en Dios y todos los días le reza y le prende velas, dice que lo que ha perdido algún día será devuelto y multiplicado y lo que le ha herido podrá sanarlo con el tiempo.
Viviana celebra sus victorias, y admitió que, “lo más importante para ella es, no dejar que el desgaste físico y emocional de las luchas diarias alimente una depresión”, es primordial ser firmes y no caer, que a veces pensar demasiado en el pasado o futuro es causa de mucho dolor innecesario, y recuerda que seguir adelante no es una opción, sino una obligación.
Al hablar de su esposo se sumerge en lágrimas de incertidumbre, con una voz quebradiza y mirada perdida, comentó Viviana que, “lo recuerda como si fuera ayer, desafortunamente el ultimo abrazo intenso que le dio antes de irse a la cárcel”. Ha pasado más de un año sin un reencuentro su esposo el señor Carlos Carbo padre de sus hijos, actualmente se encuentra en la cárcel por un malentendido. Hasta el día de hoy no se sabe bien el caso del porque Carlos sigue en prisión.
Mantiene una comunicación distante, dos días a la semana Carlos llama para recordarles a sus hijos que el amor que le tiene no se compara con el inmenso mar, ni con lo grande del universo, que a pesar de la distancia los sigue llevando presente en sus pensamientos y corazón. Esas son las palabras que salen por el micrófono de un celular.
Viviana Cano con la mano en el corazón pide ayuda para poder sustentar la vida de sus hijos, aseveró que, “esta madre no pierde las esperanzas y anhela en un futuro cercano tener bienestar, una casa con condiciones para un buen vivir”.
Una madre separada vive una tarea difícil, es por ellos que, siempre se debe ser fuerte y no mostrar debilidad, no es fácil, pero tampoco imposible, se necesita tener fortaleza mental y espiritual, darles amor, comprensión y tiempo de calidad.
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