Lejos de casa
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Por Arianna Zambrano
Cuando empecé a conversar con Carla Stooper niñera ecuatoriana que se encuentra de intercambio en Estados Unidos, fue inevitable pensar en lo duro que le golpeó la pandemia del covid-19 lejos de casa. Tenía una mirada profunda que reflejó las experiencias difíciles que vivió, se viste con ropa ligera (zapatillas, pantalón flojo y una camiseta) para estar cómoda mientras trabaja cuidando a los niños.
Nació en Bahía de Caráquez una ciudad de Ecuador, es la mayor de tres hermanos, la experiencia cuidando de ellos cuando tenían una corta edad, le ayudó a conseguir el trabajo de niñera en Estados Unidos, en el que se encuentra actualmente. Carla narra su experiencia frente al covid-19 y como superó sola los obstáculos que se le presentaron, lejos de su familia, y su país, pero conforme contaba su historia la nostalgia hizo que sus ojos se llenen de recuerdos encontrados, mientras que algunas lágrimas con sentimientos de felicidad, tristeza e incluso ira cayeron lentamente por sus mejillas.
Ella emprendió su viaje llena de ilusiones, antes que iniciará la pesadilla que impidió conciliar el sueño a los seres humanos, ella jamás imaginó que el mundo sería sorprendido por el virus del covid-19 mientras ella se encontraba lejos de su hogar. “Todo inició en diciembre del 2019 cuando decidí viajar para Estados Unidos, para cuidar de 6 niños en New Hampshire”, cuenta la mujer con una sonrisa en su rostro.
Para Carla, Estados Unidos no era un lugar desconocido. Viajaba frecuentemente a visitar a su familia que vive en Boston y se quedaba por varios meses en este estado, además trabajó de niñera momentáneamente durante su estadía fuera del Ecuador, ella manejaba bien el idioma y sabía cuáles eran las actividades que requerían los niños que cuidaba en ese entonces.
“Viaje de aupair a Estados Unidos y los primeros meses fueron increíbles hasta que en marzo del 2020 nos confinaron por un nuevo virus”, describió la joven ecuatoriana. A pesar de las restricciones que se pusieron para poder frenar, una de ellas fue cerrar los aeropuertos, pero el covid-19 atacó rápidamente acabando con la vida de millones de personas.
Carla decidió regresar a su país, pero con los vuelos cancelados, tuvo que quedarse en un lugar ajeno a ella. “Yo entendía que la situación era grave, tuve mucho miedo de quedarme sin trabajo, de contagiarme y quería estar con mi familia en estos momentos de terror”, describió con los ojos llorosos, mientras sus manos juegan con su cabello.
A pesar de la grave situación económica, el jefe de Carla jamás decidió despedirla y pudo mantener su trabajo durante la crisis sanitaria que estaba atravesando el mundo. “Todos los días me levantaba y llevaba mi rutina normal, cuidaba a los niños, los bañaba, jugaba con ellos, sin exponerme al virus”, cuenta, contenta. Aunque todos los días en el noticiero pasaban como las cifras de contagios iban aumentando, Carla fue optimista jamás imaginó que tendría que lidiar con esta enfermedad.
Un martes del mes de octubre del 2020, la joven niñera comenzó a sentirse mal, le dolía mucho la cabeza y la espalda. Tomó unas pastillas y pudo soportar el dolor durante el día, pero en la noche todo empeoró, “Sentía que me faltaba el aire, el dolor de cabeza no paraba, tenía diarrea, vómito y lo peor fue la fiebre”, narró con una quebrada voz.
Evidentemente los síntomas que presentó, señalaban que la ecuatoriana, tenía en su organismo el virus que tanto temía, el covid-19 atacó fuertemente dejándola en cama durante 2 días “Sentía que me moría, no tenía a nadie y aun así tuve que ir a trabajar porque sin ese dinero no podía cubrir los gastos de los medicamentos”, destacó, mientras se tomaba un respiro para poder continuar sin llanto.
Nunca avisó a sus padres porque no quería preocuparlos y gracias a la fuerza la esta joven pudo superar esta batalla. Al paso de los días los medicamentos hicieron efecto, matando al virus que tenía adentro, aun así, tuvo secuelas que aún la persiguen.
“No he recuperado en la totalidad el olfato, ni el gusto, incluso hay días en los que me falta la respiración, sin haber hecho ningún esfuerzo físico, simplemente estoy sentada y siento que me ahogo por segundos”, dice con las cejas fruncidas expresando frustración al saber que contrajo la enfermedad, pero a la vez alegre por haber superado esta prueba, y no haber asistido a la cita que tuvo con la muerte.
Así como Carla, existieron miles de personas que lucharon contra esta enfermedad, unas lograron ganar, pero otras perdieron la batalla. Los científicos del mundo trabajaban día y noche para poder encontrar una vacuna que sea segura y efectiva contra el virus. Finalmente, después de meses de espera, en febrero del 2021 se vio la luz al final del túnel. Diez vacunas fueron autorizadas para el uso público. Dando la oportunidad de inmunizar a los habitantes del planeta tierra, afortunadamente uno de los países que tiene la opción de vacunarse gratis y rápido es Estados Unidos. Es así como Carla en marzo del 2021 se acercó a recibir su vacuna “acudí al centro de inmunización, recibí mi vacuna Pfizer, volví a mi casa y pasé un poco adolorida por la noche, pero al siguiente día como nueva”, aseguró, con satisfacción al saber que ahora está protegida y puede seguir con su vida después del amargo trago que tomó.
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