Un mal silencioso
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Por. Tanisha Espin
Con la llegada de la tecnología, es inevitable darse cuenta el cambio que ha surgido a medida que el tiempo avanza, mientras que las manecillas del reloj pedalean lo más rápido posible, cada ser humano es cegado en su propio mundo, encerrado en una burbuja denominado Smartphone.
La tecnología se creó para facilitar la vida de los humanos, pero en la actualidad se observa, que con sus celulares en manos parecen zombies caminando por las diferentes calles, sin fijarse que el mundo parece consumirse tras de ella.
Los ‘‘pequeños de porcelana’’ también se han ido introduciendo en ese mundo de manera vertiginosa, al igual que los adolescentes. Es una tarea difícil para los padres, puesto que ambas edades son difíciles de controlar.
Actualmente la tecnología abraza el mundo, la desarrollada habilidad que poseen los niños y los jóvenes al utilizarla, es totalmente distinta a la de sus padres.
Los análisis del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), han designado que la mayor parte en edades de 5 y 15 años viven sumergidos en la tecnología y 12 de cada 100 niños optan por tener un celular inteligente, puesto que actualmente se han involucrado más en ese mundo virtual.
Durante el cálido aire que cobija la Base Aérea de Manta, la psicóloga Josefina Macías mientras observa hacia el horizonte, precisa que los dispositivos que son maniobrados por un niño con frecuencia, llegarían a ser altamente adictivos.
‘‘Tengo entendido que mediante estudios la Asociación Pediátrica Canadiense en el año 2017, crearon una especie de norma, en la que se prohíbe utilizar dispositivos digitales en un niño menor de 3 años y a partir de los 5 años menos de una hora al día, recomiendan que los contenidos sean apropiados de acuerdo a la edad, puesto que exponerse mucho a la pantalla puede ocasionar un mal comportamiento’’, recalcó la psicóloga mientras dirige la mirada detenidamente hacia un retrato de su hijo.

Acomoda su mano en la mejilla y con una expresión pensativa, relata que su pequeño cumplió 6 años días atrás y de regalo pidió un celular para descargar un juego llamado Free Fire, ‘‘consternada por aquello decidí orientarlo donde le pude hacer comprender, que debía inclinarse más por realizar actividades de acuerdo a su edad’’, reflexiona Macías quien suspira como implorando al cielo.
La tecnología es como el azúcar, está bien pero sin pasarse, sin embargo algunos padres desconocen la gravedad y siguen cayendo en el mismo error, como un abismo sin salida.
Mientras se dirige a una habitación con su hijo dormido en brazos, Diana Zambrano madre de familia, ejemplifica cómo el pequeño de apenas 2 años de edad es muy hábil cuando agarra su celular, sabe manejarlo sin ningún problema desde desbloquearlo hasta entrar a YouTube a observar sus dibujos.
‘‘Los diseñadores de tecnología son listos para enganchar a los niños, crean aplicaciones educativas, algunas son formidables sin duda, pero en realidad la mayoría de ellos usan las tecnologías para jugar videojuegos, redes sociales y eso no es tan beneficioso’’, profundiza observando a su hijo mientras duerme.
Zambrano al susurrar aquella frase ‘‘de tal palo tal astilla’’, atestigua que su esposo vive pegado al celular, es así como el pequeño sigue el ejemplo del padre, ‘‘a veces le digo que necesito apoyo, pero no me presta atención por estar hechizado con ese móvil’’.
Acomodada dentro de su consultorio en el Hospital Básico Ala N° 23 de Manta, la pediatra Narcisa Mora originaria de Cuenca, precisa que la tecnología al ser manejada por un niño es peligroso, porque lo aparta de su círculo y tiene que relacionarse con las personas, tiene que existir ese diálogo , aprender lenguaje corporal, expresión facial. Y eso no se consigue con un móvil.
Pero no hay mal que por bien no venga, la tarea de Mora es crear un vínculo para aconsejar a las personas, ‘‘con todas las familias que hablo de este tema, todas concuerdan, no consiguen quitar los videojuegos a sus hijos, se acuestan tarde, yo doy la vuelta al asunto y les pregunto a los padres, si tienen dulces en casa y cómo los gestionan, me dicen que tienen reglas, entonces les digo yo, que apliquen las reglas a la tecnología’’, complementa.
Para quienes son parte de una educación estudiantil están inmersos como un tornado, al tener que lidiar con las dos caras de la moneda, existen estudiantes que crean conciencia acerca de este tema, pero hay otros que la terquedad los lleva a cegarse por completo.
Cumpliendo con las normas establecidas y desde la comodidad de su casa Daniel Cedeño, docente de la Unidad Educativa Sergio Domingo Dueñas, relata que le apasiona impartir sus conocimientos a los alumnos, para que ellos se sientan cómodos al momento de iniciar la clase.

‘‘Busco fortalecer mis conocimientos, llevo 15 años en la docencia y me ha tocado lidiar con diversas personalidades, gracias a los avances podemos seguir y no retroceder como el cangrejo, pero en ciertas ocasiones no se maneja de una manera adecuada la tecnología’’, rescató Cedeño en su última frase con un semblante cabizbajo.
‘‘En los últimos años hemos estado expuestos a una revolución que ha sido la incorporación de las nuevas tecnologías en nuestra vida, los adolescentes han normalizado el uso en su día a día, ellos ya no han tenido un impacto porque nacieron con esa nueva realidad, eso ha generado un conflicto en lo que nosotros entendemos un mal uso y de lo que ellos entienden que es una necesidad’’, precisa mientras ubica su codo en el escritorio.
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En la actualidad muchos jóvenes tienen un gran problema con la tecnología, una gran adicción por ella y un ocio difícil de evitar. Donde su forma de ver las cosas es algo que le da vuelta al mundo y crea gran controversia sobre cuándo, cómo y de qué manera se va a usar.
Caminan frente al mundo sin darse cuenta; el mundo parece consumirse tras una pantalla y dejan a un lado todo lo que realmente importa.

‘‘La tecnología es una herramienta que es importante, ha nacido para facilitar la vida del ser humano, pero también es ‘‘un arma de doble filo’’ porque puede distraernos’’, narra David Espinoza estudiante universitario, al compás del movimiento de sus manos.
Solo venciéndote vencerás, es una frase muy cautivadora, donde a veces la persistencia, es necesaria ser recordada y aplicada, para evitar caer en la tentación de un vicio silencioso.
Pero en la vida cotidiana, las redes sociales son producto de distracciones para los adolescentes, ‘‘hay veces que me dejan deberes y por un instante que reviso el celular, miro el reloj y me doy cuenta que he perdido el tiempo’’, acotó Espinoza, con un gesto de decepción.
Por otro lado, sentado en su escritorio frente al computador, Gabriel Castro estudiante y residente de Manta, relata su experiencia de cómo han cambiado sus hábitos con la tecnología.
‘‘El día que me regalaron mi computadora pasaba horas frente a ella, sin darme cuenta que poco a poco disminuía mi visión, un día me percaté que no podía leer de lejos, entonces recurrí a mis padres, me hicieron exámenes y el uso constante de la laptop, ocasionó gran pérdida de mi visión’’, asevera Castro mientras observa el paisaje a su alrededor.
Pero todo en exceso es malo, según expertos el uso constante de la tecnología afecta la salud y el sistema nervioso, al igual que Castro muchos jóvenes en el mundo están expuestos a este mal. Solo esperan un escarmiento para poder asentar los pies en la tierra.
Los especialistas coinciden que la tecnología está inmersa en todos lados, a tal punto de que los humanos caminan frente al mundo sin darse cuenta, pero no es mala, es de acuerdo al uso que le otorguen, el saber utilizarla depende del futuro, se debe pensar que fue creada como beneficio más no para causar daño.
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