Sueños empolvados

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Por Ingrid Cedeño

Entre arrecifes verdes llenos de vida y brazos extensos de agua celeste como el cielo, ubicado en un desnivel geográfico, a imagen y semejanza de una olla inmensa, se encuentra Jama, un pequeño cantón de la provincia de Manabí, que parece haberse congelado entre los años 30 y 40, en donde el contexto del lejano Oeste protagonizan sus escenas.

Sus casas antiguas a base de caña y madera, cuentan una historia que impregnada en sus paredes deterioradas se reflejan. Sus calles llenas de cráteres profundos, representan el abandono y dolor de un pueblo que sufre a la espera de un derecho ciudadano.

Es así, como un pueblo que ha vivido por 22 años a la espera de un proyecto que presente la pavimentación de sus 4 calles principales, designando a esta obra de necesidad básica como “un sueño casi imposible de alcanzar”.

Autoridad

Sentado en su oficina con las piernas cruzadas y mirando hacia la ventana que ilustra una pequeña parte de Jama.

Roberth Castro, alcalde de Jama

Roberth Castro, alcalde de la cultura perdida Jama-Coaque, quien con una gran sonrisa y optimismo afirmó que el sueño de las calles de su cantón, dejarían de ser algo soñado, para convertirse en una realidad que muy pronto todos sus habitantes podrían palpar, “en estos momentos estamos ejecutando el trabajo de asfalto de 700 metros lineales, que van desde las calles Sixto Zambrano y las transversales que llegan hasta la Bernardo Espinal, además de la avenida Pacífico Centeno hasta la altura de la Marcos Cevallos y sus colaterales”, afirmó Castro, en la comodidad de su oficina, mientras existe un cuadro de Eloy Alfaro como sinónimo de  la fortaleza que lo acompañaba.

Con tono seguro aclara que este proyecto ha sido perseguido por muchos, pero es ahora, con el poder a su mando, donde se está logrando ejecutar y que por ende, al lograrse, será un privilegio para él, mostrar la obra culminada como parte de su trayectoria. “Muchos pueden intentar una y otra vez, pero el éxito no está en el proceso para alcanzar algo, sino en su meta final”, enfatiza el burgomaestre del cantón. 

Obreros trabajando en la calle

“En el mes de junio firmamos un convenio con el anterior ministro de Obras Públicas, Gabriel Martínez quien lastimosamente por inconvenientes que aún no tienen explicación hicieron del proyecto una obra entre papeles, pese a estar legalmente financiada con un presupuesto no reembolsable de “Planifiquemos Ecuador”, injustamente este nunca se llevó a cabo”, aseveró Castro elevando su voz en señal de disgusto, rezongando que aquella situación lo hizo sentir como a un niño, cuando le arranchan de las manos su juguete más preciado.

Mientras toca su cabeza en señal de preocupación, Castro satirizó  que  estar a cargo de la municipalidad del cantón Jama, es cómo manejar un barco a la deriva, al confesar que no todo lo que brilla es oro, definiendo al GAD como una cajita de sorpresas que tiene una deuda que rodea los dos millones de dólares y una nómina inflada por las deudas y que pese a ser como una piedra en su zapato, no ha sido impedimento para conducir el deseo de todo un pueblo de tener sus calles pavimentadas.

“Gestionamos con el Consejo Provincial el proyecto de las calles, eso significa que en este proceso estamos trabajando en conjunto, el Consejo pone el 80% de la inversión y nosotros el 20% que corresponde a un poco más de 6.000 dólares que estoy seguro que lograremos pagar pese a los grandes problemas económicos que tenemos ¡todo por nuestro cantón!”, puntualizó la autoridad, mientras afirmaba sobre su escritorio un bolígrafo en señal de decisión.

Calles del centro de Jama

Sin embargo, tratando de recordar el pasado, trae a flote historias de su niñez, enfatizando que no hay diferencia entre las calles del Jama de hace 42 años y las de la actualidad, donde las oleadas de polvo bailan al compás del viento, avisan de la llegada del verano y el lodo que se forma como plantilla en la suela del zapato, anunciando la bienvenida del invierno.

Para la autoridad principal del cantón, el proyecto de las calles de Jama, no es una obra más dentro de su lista de promesas, aludiendo con palabras entrecortadas, queriendo ocultar un profundo sentimiento que esta obra es una promesa personal en memoria de su padre y solo se sentirá realizado el día que logre caminar por las pavimentadas calles de su ciudad.

Historia

Como si el tiempo no pasara, muy cómodamente sentada en una silla, mirando hacia la calle se encontraba Bélgica Rosales de 77 años, quien con sus manos envueltas de pequeños pliegues que asimilan madurez e historia agita de un lado a otro un soplillo, que en vez de saciar el calor, combina perfectamente con la elegancia de su sombrero de paja toquilla. 

Bélgica Rosales, habitante del cantón Jama

Rebosando de alegría la jameña describe a la tierra ancestral, como una lugar mágico escondido, mientras mueve sus manos de un lado a otro para detallar el sinnúmero de maravillas que su cantón privilegiado tiene, nombra a sus playas como balnearios vírgenes con paisajes maravillosos, a su fauna como exótica y única, pero sobre todo, resalta a su gente, al asegurar que la calidez que ofrece sus habitantes no se encuentra en ningún sitio.

A pesar de ello, con un tono de voz desconcertado, agacha la cabeza admitiendo que el desarrollo del cantón se ha visto interrumpido por el mal manejo del poder, el mismo que se ve reflejado en la apariencia olvidada que representa un cantón tan pequeño, algo inaceptable para la senil ciudadana que mientras mueve su abanico con rapidez en señal del disgusto, enfatiza que se siente decepcionada.

Transporte

 José Loor lleva 15 años como transportista de moto-taxi en Jama, él describe que desde que tiene memoria, el polvo en su ciudad ha sido lo más latente por años, asegurando con un sarcástico tono de voz que aquellas partículas de materia fina han sido lo único permanente y visible en el cantón.

José Loor en su moto-taxi

Para Loor, el proyecto de las calles de Jama es una noticia que actualmente está en boca de todos y que se habla como tema de conversación principal a cualquier hora del día, “si la obra se llega a realizar, será de gran beneficio para todos, no solo para los transportistas, sino para los comerciantes y turistas. Jama cambiaría su aspecto físico y junto a ello, se transformaría el estilo de vida de todos sus habitantes.”, vociferó el servidor mientras jugaba con las llaves de su vehículo con un movimiento que asemejaba las olas del mar.

Como ya no queriendo hablar del tema, con un tono de voz muy bajo, evitando ser escuchado, Loor murmura que pese al estar viendo máquinas trabajando, aun no cree que la obra pueda ser realizada, infiriendo que tiempo atrás ha vivido situaciones iguales, en donde se observa maquinarias escarbando como dando forma a un posible comienzo de cambio, pero que con el pasar del tiempo desaparecen y la inmensa zanja que con ilusión fue creada es cubierta de tierra con sueños sepultados dentro.

Eugenio López Vera, accionista y servidor de la compañía “Jama Express”; que se dedicado al transporte de personas de Jama hacia el balneario El Matal, corroboró que el proyecto de las calles es una deuda de las todas las autoridades que han pasado por el poder, al ser la primera propuesta que repetidamente entre pancartas y discursos se expone en cada campaña política.

Eugenio López, accionista de la compañía «Jama Express»

López asevera, que las consecuencias de promesas incumplidas las pagan sus vehículos, los mismos que sufren la tortura de caer al infinito  con el sonido de las tuercas que se aflojan con la aparición de cada bache, que empiezan desde la entrada principal del cantón hasta la última calle que lleva a sus balnearios, “no tener las calles asfaltadas ha ocasionado el desgaste rápido de los carros a quienes se les daña un repuesto tras otro y donde la ganancia del día, no justifica los gastos de la semana”, lamentó el conductor mientras señalaba a su carro deteriorado como referencia.

No obstante, lleno de esperanza, mirando donde una retroexcavadora estaba trabajando, comentó que cree firmemente en la construcción de las calles, al acotar que ha sido testigo en la firma de los convenios de la actual alcaldía con la Prefectura y que por ende está seguro que esta obra se concretó.

Comercio

Mirian Pisco, propietaria de «El café de Mirian»

Mientras revuelve una lenteja que hierve a gran temperatura, se encuentra Mirian Pisco, propietaria de un pequeño local llamado “El café de Mirian”, quien con desasosiego menciona el tema de las calles como un asunto que ha traído malestar a su emprendimiento.

Según ella el proyecto de las calles no está bien planificado y señala que es una proyección a medias en donde se ha excluido a una de las partes más importantes del cantón, representado por el sector gastronómico de Jama. Ubicadas frente al mercado y terminal del cantón, siendo estos los sitios más concurridos por sus visitantes.

Mirian Pisco observando la construcción de las calles transversales

“Aunque quisiera estar complacida con el proyecto de la construcción de las calles de Jama, no puedo estarlo, porque han tomado en cuenta solo calles vacías que no influyen de manera directa en el bienestar ciudadano del pueblo. Hubiese agradecido de manera sincera si como parte de ese proyecto se tomara en cuenta la construcción de la calle Bernardo Espinal, que está justo aquí, al frente de los locales de comida y que influye en nuestro trabajo diario”, insistió Pisco mientras, apagaba la cocina con rudeza indicando molestia.

Para ella, el trabajo de las retroexcavadoras en las calles transversales son sinónimo de contaminación, detallando que los ruidos de las maquinarias sumado al polvo que se levanta a causa de su accionar, provoca que los escasos clientes que buscan degustar un platillo suculento se ahuyenten y eviten comer en el lugar para evadir la molestia que esta situación a diario provoca. Atestiguando que la pérdida de clientes no se justifica con la futura construcción de unos metros de calles sin rumbo.

Mientras agitaba un pañuelo verde para sacudir la capa de polvo que cubría sus productos, se encontraba Wendy López, comerciante arcaica del cantón, quien con ojos cansados como reflejando el tiempo que le ha dedicado a su trabajo, mencionaba que desde inicios de su emprendimiento, las oleadas de polvo a causa de unas calles no pavimentadas, es de lo más normal en Jama.

Inició su emprendimiento hace veinte años con un pedazo de plástico en el suelo y cuatro pares de zapatos encima, en una edificación antisísmica de dos pisos con una variedad de productos, que va desde línea de calzado hasta cosméticos de belleza, ha logrado visualizar un cambio significativo en las calles de Jama, insinuando que la espera de esta obra es un mal sin cura.

“Desde que se abre el local, hasta que cierra la rutina se basa en sacudir todos los productos, los mismos que pierden su calidad al observarse como si estuvieran deteriorados por el desgaste que el polvo provoca, ocasionando que los compradores viajen hasta cantones vecinos para adquirir lo mismo, que con el pasar del tiempo pierden valor”, clamó la comerciante mientras señalaba a sus productos llenos de polvo como evidencia

Sin embargo, cambiando su tono de voz a uno más agudo, admitió que escuchar sobre el proyecto de las calles de Jama en boca de todos sus clientes, es algo que aunque no lo acepta públicamente, la llena de ilusión. Insinuando que pese a no querer dar un comentario sobre la situación, muy dentro de ella anhela que este intento se concrete y que aquel sueño, que más que sueño se ha convertido en una pesadilla, dejé de ser una simple ilusión y se convierta en realidad.

Habitante de Jama mirando la ejecución de la obra

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