Sin lazos
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Por Génesis Bravo Álvarez
Hostigamiento, ansiedad, pérdida de tranquilidad, incomodidad e inclusive daños físicos y mentales, genera un acosador hacia su víctima (familiar, círculo cercano, desconocido), en la mayoría de los casos dejan a sus víctimas marcadas en el alma, como un sello de hierro caliente, marca la piel de un animal eternamente.
Una persona acosadora se caracteriza por ser insensible ante el sufrimiento, es fría, usualmente actúa con audacia, otros; suelen ser descarados. Se puede encontrar variedades de acosos, desde el más directo y doloroso (violación, actos sexuales), al indirecto, silencioso e intimidador.
No existen lazos, edad, ni género, se está expuesto a el como publicidad en carretera. En Ecuador hasta los años 90 era un tabú hablarles a los niños sobre sexualidad, esto iba en contra de la religión y la moral, lastimosamente ser abusados entre 6 a 9 años en esa época, se tornaba complicado poder identificar que sucedía realmente, no existía educación sexual o un programa que enseñara a detectar comportamientos de abuso, la persona que lo recibía lo normalizaba como cotidianidad, debido a la desinformación, falta de comunicación con los padres y maestros.
Algo muy divertido
Josep M, es un joven cargado de culpabilidad en su mente. Tuvo que comprar un ticket a la estación de recuerdos, aludió, mientras su engrandecido diafragma por la inhalación de aire, se desvanecía al exhalar un sutil suspiro de temperatura tibia. Tenía 6 años, mi amigo me invitó a su departamento, en donde nos esperaba su hermano mayor para hacer “algo muy divertido”, aseveró, alzando sus brazos realizando el gesto de entre comillas con sus dedos.
Josep de 23 años, tez morena, cabello largo y barba color carbón que prefiere ocultar su rostro, testifica haber sido partícipe de actos que ahora identifica como atroces, depravados, sucios, guiados por un adolescente de 15 años. “La primera vez bajó mi pantaloneta y me masturbó frente a su hermano, el cual tenía mi edad”, narró un poco avergonzado, mirando hacia un suelo rígido, siendo este el firmamento donde se mantenía de pie.
Recuerda que ellos dos solían quedarse solos algunas veces, de esa forma pudieron efectuar más que una masturbación. “La segunda vez me sentía muy raro, había pasado una semana, me invitó de nuevo a su departamento, se perpetró algo que nunca había visto, ahora comprendo, se puede clasificar como un trío entre hombres (menores)”. El cuerpo tiene sus sentidos, conexiones sensitivas, me sentí bien, pero no sabía lo que hacía”, revela el joven, dejando a flor de piel su incomodidad al contarlo, desviando su mirar al ocaso cálido que se ocultaba tras las nubes.
Los niños aprenden todo, “si le enseñas a decir mamá constantemente, aprenderá”, afirmó Janina Arteaga, psicóloga del Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Chone, por ende es muy común que los niños normalicen, aprendan este tipo de comportamientos, efectuándolos de manera seguida con la misma persona o una nueva. Estudios comprueban la importancia que tiene enseñarles a los niños y niñas la realidad del mundo cruel, y las formas de identificar cuando algo es incorrecto, añadió Janina, con tono de voz firme y transparente como gotas de rocío en hojas verdes.
Josep casi 7 años después, se preguntó ¿Por qué no quedé embarazado?, contestándose casi al ras del viento, al pasar el tiempo supe cómo funcionaba el cuerpo humano. A los 14 años, estuvo cuestionándose si acaso era que le gustaban los niños, en lugar de las niñas, “veía a todos los chicos de mi alrededor, en mi mente era; no siento que podría besar a uno de ellos. Entonces observaba a las chicas y ahí sentía una evidente atracción física”, describió, con una suave sonrisa que acarició el alma y bajó la tensión.
En Ecuador en el año 1996 se consideró una reforma curricular con la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la educación), que reconociese la necesidad de una educación sexual en las escuelas del país, es así que, a partir del segundo año de educación general básica (EGB), se incluyó contenido obligatorio de enseñanza en temas “partes de mi cuerpo, diferentes sexos”.
https://lahora.com.ec/noticia/1101289733/sexualidad-dejar-de-ser-un-tab-
Es un juego
En Ecuador seis de diez mujeres son ultrajadas y abusadas por un familiar, cuando tenían de 5 a 10 años, ellas suelen creer que es algo normal y deben aprenderlo, como cuando le enseñan a decir agua o papá. Además confían en sus victimarios por formar parte del círculo que las rodea.
Me acostaba en la cama de él, tocaba mis partes íntimas con sus dedos, besaba mis labios, decía “es un juego”, relató una mujer, dueña de un cabello rizado color coral, prefiriendo omitir su identidad.
Él empezaba a despojar la ropa de mi pequeño cuerpo, el ogro iba por más, (haciendo referencia al suegro de su tía, abusador, 40años), agradezco a Dios por intervenir y permitir que aquella puerta principal sonara, fue una campana de salvación que aproveché para no volver. La joven que guardó su anonimato, reveló de forma pacífica, “no me parece guardar rencor por alguien que está muerto”.
Las secuelas suelen reaparecer en ocasiones a partir de los 16 años, afectándoles directamente en la parte psicológica, cambiando su estado de humor, comportamiento, logran depresión, culpabilidad, los recuerdos vienen como tráiler de película, son como una bomba a punto de explotar, causando ansiedad, inquietud, desesperación, ratificó Lisbeth Andrade perteneciente al cuerpo investigativo DINAPEN, con 24 años de experiencia en el ámbito de evaluar a jóvenes víctimas de diferentes tipos de abusos.
https://www.fiscalia.gob.ec/5-anos-de-carcel-por-abuso-sexual-a-menor-de-edad/
Viviendo con el enemigo
Se pierde un lazo inexistente, cuando una integrante de la familia, revela ser intimidada y acosada por un miembro de la misma.
La desprotegida Aylin Vázquez, es una joven risueña, con ojitos achinados, cabellera negra azabache, y un cuerpo voluminoso. Afirma que se encuentra viviendo con el enemigo (esposo de su tía). A consecuencia del fallecimiento de su abuelo, la tía y su madre serían las nuevas herederas de una casa de dos plantas, sin imaginarse que la unión de un amor, terminaría en un desenlace que las dividiría. Mi tío era la figura paterna que nunca tuve, confiaba en él, un día mi madre me ordenó bajar un aperitivo a la planta de mi tía, él abrió, me tocó las nalgas, en contra de mi voluntad, consciente de que era una niña de 9 años, este acto se siguió perpetrando, poco después me las ingeniaba para esquivarlo. Pero existió una gota que derramó el vaso, detalla Aylin, “las dos familias alquilamos una casa en la ciudad de Pedernales para pasar un fin de semana, al bañarme sentí su mirada penetrante y asquerosa hacia mi pecho descubierto, la familia también lo observó trepado en el balcón, salí llorando, mi mamá me creyó gracias a Dios”. Pero ellos me clasificaron de loca, “estabas imaginando entonaron en coro el esposo y mi tía”. La convivencia con mi tía no volvió a ser igual, nos llevamos porque ella me perdonó “por catalogar a su esposo de abusador”.
Usualmente actos de abusos no suelen ser denunciados porque la propia familia prefiere salvaguardar la identidad del abusador y dejar a la abusada como victimaria.
“Estar viviendo con alguien que no sé si algún día me vaya a hacer daño me aterra”, exclamó con nerviosismo.
El delito de atentado contra el pudor (Arts.505 al 508 C.P) , obtiene este nombre al acto impúdico que pueda ofender, sin llegar a la cópula carnal, y se ejecute en la persona de otro, sea cual fuere su sexo. Al ser denunciado, comprobando su culpabilidad, tendrá una pena de 4 a 6 años en prisión.
Los acosos pueden existir sin tener contacto físico con la víctima, suelen ser denominados indirectos, se ejecutan a través de redes sociales miles de mensajes, solicitudes de cuentas falsas o persecuciones a distancia.
“Es incómodo recibir halagos de tu mismo género con mensajes realmente demostrativos, no estoy en contra de las personas homosexuales”, aclaró Martín Hidalgo joven estudiante residente en la ciudad de Manta, efectuando un gesto de desentendido.
A la edad de 15 años, un hombre de aproximadamente 40, me invitó subir a su carro, no acepté. Me seguía hasta mi departamento, volvía al siguiente día, se sabía mis horarios, no me dejaba en paz. Cambié de horario, departamento, hasta mi estilo logrando perderlo del mapa, aseveró un joven de piel pálida, contextura delgada que prefirió omitir su identidad.
Estudios ratifican que las víctimas de abuso suelen sentirse culpables, comúnmente se cuestionan, ¿Por qué lo dejé tocarme?, ¿por qué no le dije que no quería jugar más?, ¿por qué será que me persigue?, ¿mi vestimenta demuestra algo que los confunde?, esta son algunas preguntas que se realizan a diario las personas afectadas por un abuso.
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