Rejas Infrahumanas

 464 Total de Visitas,  2 Visitas de Hoy

Por: Andrea Zambrano

Entre riñas, miedo y tensión es como conviven los servidores públicos de la Policía Nacional y los PPL (Personas Privadas de Libertad), al enfrentarse a un monstruo tan grande en la actualidad, como lo es la corrupción del sistema.

En medio del contexto ecuatoriano, se encuentran varias caras de la moneda. Dentro de los Centros de Rehabilitación Social (CRS) los PPL, cumplen con una serie de actividades en talleres, como son: carpintería, manualidades, deportes y uno de los más importantes, el estudio de una carrera universitaria, la cual ayuda a la suma de puntos por buena disciplina para una rebaja de pena. Cabe recalcar que para dichas actividades hay horas específicas, debido a que, no pueden salir todos juntos ya que podría explotar una bomba de conflictos, y se los ha organizado por grupos y horas.

Uno de los trabajos que realiza la Policía Nacional en los diferentes centros de rehabilitación social, es controlando la seguridad externa en las cárceles que existen a nivel nacional.

Las actividades de seguridad que se llevan a cabo, es la inspección de las personas al momento que desean ingresar pertenencias, alimentos, entre otras cosas. De igual manera, se realizan requisas a los pabellones, para que no existan nidos de armas escondidas.

Experiencias de Servidores Públicos

Subteniente Michelle Rodríguez

Disfrutando sus días franco en la ciudad de Santo Domingo, la Subteniente Michelle Rodríguez brinda su servicio en el cantón Joya de los Sachas y con predisposición supo explicar que cuando las personas tienen la intención de ingresar objetos no permitidos para cederlos a los PPL, como armas blancas, se procede a la detención de estos y se fija un registro en criminalística.

Al preguntarle si existe algún tipo de castigo, ella añadió que no. “Como los objetos son retenidos antes de ingresar, solo quedan en el registro para en una próxima ocasión tener más control con esas personas”, explicaba la dama de hierro mientras rosaba sus manos.

La Subteniente Rodríguez, no dudó en expresar el miedo constante que experimenta en su ardua labor, describió con temor en su rostro, que los PPL, tienen carácter y actitudes agresivas. “Al retenerlos se debe tener mucho cuidado, ya que, ellos no miran si los servidores policiales somos hombres o mujeres y lo único que hacen es agredir”, haciendo alusión que en ocasiones parecen animales salvajes.

Recordemos que hace cuatro meses, los ecuatorianos fueron espectadores de los atroces amotinamientos que hubo en los centros penitenciarios de Cuenca, Guayaquil y Latacunga, en redes sociales circulaban imágenes de cuerpos decapitados como si de una película de terror se tratase.

Policía Jairo Ruíz

En esa situación se encontró involucrado Jairo Ruíz, policía que cumple su servicio en el Centro de Rehabilitación Social de Quevedo y pertenece a la UMO (Unidad de Mantenimiento del Orden). En el momento de los hechos, fueron solicitados para acudir al CRS-TURI, con el fin de controlar y retirar armas que hacen con latas, partes de sillas plásticas, entre otras.

Ruíz admitió que en el instante del traslado la mente le maquinaba al no saber cómo encontrarían la situación. “Entramos varias unidades como el GIR y la UMO, para controlar con material CS que son las granadas lacrimógenas, granadas de mano y escopetas con balas de goma, una vez ya calmado los detenidos, correspondía hacerlos ingresar a las celdas” puntualizaba el funcionario mirando hacía un punto en la nada.

Clasificación carcelaria

En Ecuador las cárceles están clasificadas en: diferenciadas para hombres y mujeres, juveniles, la mayor, y dependiendo el tipo de delito. Los pabellones se dividen en seguridad mínima (microtráfico, robos), media (extorsiones, amenazas, tentativas de asesinato) y máxima (asesinatos, femicidios, violaciones).

En el COIP (Código Orgánico Integral Penal), está descrito lo que son infracciones y contravenciones y cada uno cumple la pena de acuerdo con lo estipulado.

Una decepción familiar

Roberto Santiago Arévalo Guerrero, un joven que actualmente tiene 22 años, a los 19 años y por razones personales, cometió el error de su vida, haciendo sentir a su madre una gran decepción por lo hechos ocurridos.

Roberto en el año 2017, junto a un grupo de amigos organizó un 13 de noviembre por la mañana el robo de una camioneta, volviéndose desde ahí las nubes blancas a oscuras por una mala decisión a causa de la falta de trabajo y problemas económicos.

Roberto Arévalo

El joven cuenta que, por movimientos sospechosos, la policía se dio cuenta. Fueron seguidos hasta su domicilio e interrogados. Hasta ahí policías no se habían dado cuenta, pero la madre de uno de los chicos del grupo llegó y abrió su garaje donde se encontraban partes del vehículo, fue ahí cuando el desastre empezó.

Arévalo recuerda que los policías a cambio de no llevárselos presos les pedían $500 dólares, cantidad que ellos no tenían en ese momento. Después de aquello, fueron llevados al penal Bella Vista en la ciudad de Santo Domingo, donde comenzó el proceso de encarcelamiento. Con él cayeron cuatro personas más.

El día de la audiencia de sentencia, Santiago recuerda ver a su madre con ojos de cristal, casi rompiendo en llanto por ver a su hijo en ese tipo de problemas. “Al haber visto a mi mamá destrozada, sentía rabia, coraje y vergüenza, sabía que no debía volver a caer en esas situaciones para no volver a verla así”, lamentaba el joven con tristeza.

Él estuvo un año privado de libertad por delito mínimo, después tuvo una segunda audiencia donde pudo salir con libertad condicional, pagando una fianza muy alta, y todos los lunes durante un año le tocaba ir a firmar para poder seguir libre.

Sobrevivir

Algunas fuentes conversan, que dentro de las cárceles la corrupción es grande. Hay criminales muy peligrosos que tienen privilegios. Santiago reveló que dentro con la plata baila el mono, “para todo hay que pagar, entonces se le pagaba a las guías penitenciarios o funcionarios y los sobornaban y así es como logran ingresar sustancias, armas, incluso hasta mejores que las que tienen los policías”, revelaba con cierta ironía.

Problemas graves

Algunos familiares de los PPL exigen una mejor condición de vida dentro de los centros penitenciarios, el problema más evidente es la capacidad, ya que, se están ingresando a más gente de la que se debería “duermen alrededor de unos 30 o 40 personas por cada pabellón que normalmente deberían dormir unas 20 o 25”, atestiguó Arévalo al recordar con incomodidad las noches que pasaba en el centro de rehabilitación.

Inocencia

Fernanda Morocho

Fernanda Morocho familiar de un PPL, arremete contra el sistema al ser su familiar una persona injustamente privada de libertad. “Hay personas que están inmerecidamente encarceladas, en los juicios hubo corrupción, la ley fue en contra de ellos y no pudieron comprobar su inocencia por falta de dinero y no conseguir un buen abogado y eso es culpa del sistema porque esperan algo a cambio para poder actuar” lloraba la joven al saber que su hermano no puede gozar de libertad.

Los criminales más peligrosos tienen privilegios dentro por culpa de la corrupción y eso siempre va a controlar el sistema, es un círculo vicioso que nunca acabará.

Las instituciones encargadas de los PPL deberían invertir un poco más en darles una vida digna dentro de las cárceles sea cual sea el delito, ya que por pecadores pagan los justos y no todos merecen una vida infrahumana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

GIPHY App Key not set. Please check settings

Share this