Cultivan desesperación
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Por Lisseth Indio
La lucha por salir adelante, entre la naturaleza y la pobreza, es el sol de la mañana que ilumina el camino de la esperanza de los agricultores de Jipijapa, lugar donde las personas desde tiempos de antaño se han dedicado a la agricultura, antes era la producción del café ahora es el maíz, siendo esta su principal fuente de ingresos para el hogar.
El reloj marca seis de la mañana y antes de que salga el sol, al pie de lucha están los hombres y mujeres aguerridos que con la frente en alto buscan labrar un mejor futuro para sus hijos. “Esto es lo que somos y a lo que nos dedicamos, somos agricultores, luchadores que se ganan cada centavo con el sudor de la frente”, recalcó Betty Morán, sentada junto a su sobrino en el balcón de su casa.
Las personas dedicadas a la agricultura en estas comunidades por muchos años no han creído que su situación podría empeorar, ellos solo piensan en subsistir ante una realidad arrolladora que está a punto de aplastarlos, pero no por eso dejaran de luchar.
Siembra
Las horas corren sin parar para los agricultores, cada hora cuenta como si fuera un diamante preciado, tienen que aprovechar la mañana para ganarle al sol y poder realizar sus trabajos de recogida de maíz.
Betty Morán, mientras revisaba la tarea de su sobrino afirmó, “nos dedicamos a la producción de maíz a ciclo corto, el cual requiere de muchos cuidados por parte de nosotros, así como de la bondad de la naturaleza”, con voz firme sintiéndose orgullosa del trabajo que realiza. Para ella el día empieza a las cinco de la mañana hora en la que prepara el desayuno para su familia, posteriormente le coloca los alimentos a sus animales para luego dirigirse a trabajar como lo hacen los hombres.
La producción es un proceso complejo el cual se lleva a cabo en la etapa invernal, requiere de preparación del suelo un mes antes de la siembra se debe cortar la maleza, luego se procede a sembrar la semilla, después se realiza la primera fertilización de la planta y se realiza el control de plagas, la segunda etapa de fertilización para que se dé la floración de la planta y ya el choclo está listo.
La dedicación y el esfuerzo no son lo único necesario, el capital económico es un factor importante a los que muchos no tienen acceso, por este motivo se han creado las asociaciones que permiten a las personas asociadas tener acceso a un crédito que les permite comprar semilla para la siembra y posterior comercialización. En la parroquia La América se encuentra ubicada la Asociación Agropecuaria 27 de junio a la que pertenecen 47 familias, tanto de la parroquia La América como Julcuy.
Por medio de esta asociación consiguen las semillas para la siembra y cuando ya está la producción el maíz se almacena en el centro de acopio ubicado en el sector si es necesario se realiza el secado del producto para evitar que éste se dañe.
“Todos los productos para fertilizar las plantas y control de plagas vienen incluidos en los kits agrícolas que se les entrega a las familias que pertenecen a la asociación”, afirmó Joffre Quimis coordinador de la Asociación.
También hay personas que no son miembros de asociaciones y tienen que gestionar créditos por sus propios medios, para llevar a cabo la siembra y mantenimiento de las plantaciones, en ocasiones los bancos no les prestan por no tener garantía y ellos acuden a los prestamistas para obtener el dinero que necesitan.
El color verde y café predominan en el paisaje de estos recintos, brinda un mensaje claro a los agricultores, ya es época de recogida de maíz, se aproximan días agitados y de mucho esfuerzo físico para las personas.
Es el caso de Félix Suarez un hijo y padre de familia luchador que todos los días se levanta con la fe de construir un mejor futuro para su familia. “Para la siembra de maíz realizo un crédito agrícola en BanEcuador a un año plazo, que no incluye seguro agrícola para la protección de mis cultivos”, puntualizó el caballero para luego pedirle a su esposa un vaso con jugo.
Comercialización
El sol brillaba en todo su esplendor como una linterna alumbrando el camino que deben seguir las personas para lograr sus metas, el mismo que dirige a los agricultores a sus maiceras.
Félix Suarez se levanta a las seis de la mañana para enfrentar la aurora, desayuna con su familia, se coloca las botas, su camiseta que lo protegerá del sol y la pelusa del maíz y con machete en mano se dirige hacia su maicera a encontrarse con los demás trabajadores para recoger el maíz, mientras realizan su trabajo conversan de trivialidades y bromean sobre que almorzaran luego de culminar la jornada de trabajo. Llenan y cargan sacas para ubicaralas en un solo lugar para esperar la desgranadora y el carro que transportara el producto.

En el recinto San Jacinto de la parroquia el Anegado, Carlos Vera muestra preocupación por el precio del maíz, “todos los años se establece uno nuevo, pero este mantiene el precio del año anterior $14,60 por quintal de 45,36 kilogramos de grano amarillo duro”, afirmó. Este valor varía dependiendo del porcentaje de humedad y de impureza, que tenga el grano.
“Lamentablemente nunca se vende el maíz al precio establecido así cumpla con el porcentaje de humedad e impureza establecido”, afirmó Vera, mientras caminábamos junto a sus dos perros guardianes por sus cultivos de maíz.
“Entregamos el maíz al precio de $12,00 esto sino posee mucha humedad y si tiene gran porcentaje el valor es $10,00”, aseguró Félix, ya que al no pertenecer a ninguna Asociación los centros de acopio sacan a relucir su avaricia y se aprovechan.
La situación se ha tornado gris para muchos agricultores, considerando que este año han tenido que recoger su producto mucho tiempo antes, ya sea por factores climáticos como el exceso de lluvia e incluso el hurto por parte de personas que no tienen vergüenza de tomar lo ajeno.
“No me parece justo que se aprovechen de las necesidades de las personas, para obtener ganancias”, enfatizó indignado Vicente Vera, mientras miraba a sus perros que ladraban como si estuvieran frente a una amenaza.
Los agricultores independientes no obtienen los mismos beneficios que los que pertenecen a alguna asociación. “El año pasado la sequía afectó los cultivos, muchos no llegaron a pasar ni los dos meses de vida, otros no lograron desarrollarse por completo quedando el grano pequeño y con poco peso, no recibí ningún tipo ayuda al no contar con seguro agrícola”, añadió Vera sentado en una silla recibiendo el aire puro de la naturaleza.
Antes el invierno iniciaba desde el mes de diciembre y en mayo culminaba, pero en este año todo fue tardío la estación empezó en febrero y hasta el presente mes de junio todavía continúa, lo que afecta el producto.
Las lluvias han causado que el maíz se pudra o le caiga hongo acelerando el proceso de recogida y comercialización por lo tanto se vende a menor precio generando pérdidas a los agricultores.

Para obtener un ingreso extra siembran frejol que se produce más rápido que el maíz y los ayuda con el sustento de la familia durante la época invernal que es donde más se invierte dinero. El invierno cada vez es más corto por lo que las semillas de maíz también están acortando su tiempo de producción para adaptarse a los cambios de la naturaleza y necesidades del agricultor.
Mario Chancay tiene 3 desgranadoras las cuales lleva hasta el lugar que lo llamen, para desgranar el producto y luego llevarlo hasta su casa y esperar que otros compradores lo lleguen a recoger.
“Algunos me consideran un estafador, pero son más las personas que confían en mi para venderme su producto, con ellos hemos creado un vínculo de amistad”, afirmó Chancay, dirigiéndose a su trabajo en su camioneta, dejando atrás un adiós que se perdió en el viento.
Vida cotidiana
El haber vivido toda su vida en el campo y trabajado la tierra lo convierte en un conocedor de los procesos de siembra de maíz y de la naturaleza. Cada época invernal es de apogeo para las familias agrícolas que no solo buscan producir sino también aplicar todos sus conocimientos.
El ir a las maiceras es parte de su vida es como una aventura audaz de lucha por la existencia, desde niños ha labrado la tierra tal como sus padres se lo enseñaron sacándole el mayor provecho. Vivir para pagar deudas parece ser la rutina de algunos agricultores. “Es la realidad que vivimos día a día, y es la única opción para mantener a nuestras familias y lo seguiremos haciendo, para que nuestros hijos tengan un mejor futuro”, aseguró Vicente Vera, esperanzado en el desarrollo de sus hijos.

Convertir un suelo seco y árido en uno productivo era como tener una gallina de los huevos de oro, las personas vivían tranquilas, no en una constante lucha para vender sus productos al mejor postor.
Desde otra perspectiva Félix Suarez enunció, “aunque constantemente estemos luchando, Dios siempre nos iluminará y brindará su bendición para salir adelante sin rendirnos en ningún momento, tratando de vivir la vida sanamente, no hay que estar siempre lamentándonos”, con una mirada esperanzadora.
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