Ceremonia tras la ventana
408 Total de Visitas, 2 Visitas de Hoy
Por. Tadeo Iván Intriago Cedeño
La ceremonia de graduación es el momento que todo estudiante anhela al final de la vida estudiantil, para la mayoría significa aumentar una raya más al tigre de tantas que quedan por pintar; cumplir sus sueños e iniciar con una nueva etapa llena de flamantes aprendizajes, enseñanzas y cosecha de éxitos.
Muchos jóvenes de distintas instituciones educativas de tercer nivel quedaron vestidos y alborotados tras cancelarse las ceremonias de graduación por la pandemia del covid-19, misma que encerró al mundo en jaulas temporales donde la llave para ser abierta aún sigue en espera.
Ilusiones cayendo al vacío y rompiéndose en mil pedazos como un frágil cristal, son el reflejo de la tristeza de aquellos recientes profesionales que consideran aquel evento como la recompensa de su esfuerzo a lo largo de sus años de estudio.
Bajo el frío clima que arropaba a la parroquia El Esfuerzo en Santo Domingo, Joseline Santana revela con tristeza lo decepcionante que fue para ella enterarse que lo tan esperado con brazos abiertos, se canceló por salvaguardar su vida.
“Me sentí decepcionada porque este momento lo esperé por mucho tiempo, la ceremonia de graduación sería recordada siempre en compañía de nuestros seres queridos y compañeros, pero finalmente cumplí una meta de tantas, tal vez no como se esperaba, pero culminé una etapa llena de aprendizajes”, asevera la joven ingeniera mientras observa el frío horizonte.
Acariciando a su gato, Santana también relata que pudieron postergar el evento hasta nuevo aviso, “las autoridades pudieron esperar y establecer una fecha en la cual se realizaría la ceremonia con todas las medidas de bioseguridad, así como lo hicieron los estudiantes de la carrera de medicina”, atestigua con su mascota entre los brazos.
Para quienes son oriundos de otras ciudades, dentro y fuera de Manabí, la cancelación del acto ceremonial fue la aguja que reventó el globo del afán, puesto que el entusiasmo más grande de ellos es ver a sus padres sentirse orgullosos de un logro representativo en sus vidas.
Desde la comodidad de su casa, Jairo Macías originario de Santa Ana, Manabí, platica lo frustrante que fue el no recibir su título como ingeniero ambiental de la manera que tanto imaginaba, pero al mismo tiempo comprendía el motivo por el que no se llevó a cabo la ceremonia.
“En primera instancia la tristeza era inevitable, pues fueron cuatro años de una larga espera para recibir la recompensa de nuestro esfuerzo, aun así supe entender que si no se realizaba el evento era por evitar los contagios de covid-19”, precisa Macías mirando su diploma colgado dentro de un cuadro en la pared.
Sosteniendo un vaso de agua entre sus manos, Macías puntualiza que la ceremonia no podía esperar más porque muchos compañeros necesitaban el título por motivos laborales, “la mayoría de mis colegas requerían de sus títulos para completar sus documentaciones y dar inicio a su vida laboral y, en algunos casos, buscar empleo”, destaca mientras mueve sus manos al hablar.
Aunque existen facultades que si llevaron a cabo las ceremonias de graduación, tal es el caso de la academia de medicina de la Uleam, hay quienes prefirieron no saltar a la hoguera para no ser consumidos por las llamas y evitar que personas inocentes resulten lastimadas.
Sin embargo, desde la perspectiva de los estudiantes, hay quienes consideran que no debió hacerse la entrega de títulos desde la ventana de secretaría como si fuesen fundas de caramelos, pues no era solo recibir un cartón con sus nombres, sino la certificación que los reconocía como profesionales.
Sentada en la silla del escritorio de su recámara, Sindhey Correa, oriunda de Huaquillas, narra cómo sus padres tomaron la noticia de que su hija no tendría una ceremonia de graduación que, por lo general, se realiza por la culminación de los estudios.
“Mis padres se sintieron nostálgicos porque no tendría una incorporación que recordara toda mi vida, puesto que mi hermana, su esposo y yo nos graduábamos juntos, era un momento único que no se repetiría, pero como no se dio de la manera esperada, un abrazo y palabras de ánimos fueron sus reacciones para nosotros”, especifica la joven profesional acomodando su cabellera negro azabache.
Moviendo su mano derecha mientras sostiene un esfero, Correa también cuenta que todos sus compañeros mostraron sus inconformidades por cómo se entregaron los títulos. “mis compañeros se sentían indignados porque parecía que nos estaban entregando fundas de comida, debíamos hacer filas y esperar el tiempo que se demoraba cada estudiante en retirar su diploma”, declara la ingeniera ambiental con el ceño fruncido mientras habla.
El cierre de la etapa estudiantil universitaria marca los recuerdos de quienes pasaron durante muchas horas detrás de una computadora, leyendo un libro y desarrollando proyectos, y es que la ceremonia de incorporación es el fruto de recompensa del árbol de esperanza que se sembró en el jardín del éxito.
Festejar por lo alto era el pensamiento de algunos jóvenes, otros solo con el hecho de cumplir una meta de tantas, era suficiente, pero lamentablemente quienes tenían planes de celebrar su graduación con bombos y platillos, debieron ver sus ilusiones hundirse como piedras en el mar de las penas.
https://lahora.com.ec/loja/noticia/1102323516/bachilleres-se-graduan-en-modo-virtual
Con lágrimas rodando por sus mejillas, Jahir Murillo, Ingeniero Ambiental graduado de la Uleam, describe como sus padres realizaron planes de celebración por su logro, y como todo quedó estancado en medio camino como un carro sin combustible.
“La alegría de ellos era notable, no había día que no hablaran de cómo y cuándo iba a realizarse la fiesta. Sin embargo, todo quedó en un plan que perdió importancia, ya no es la misma emoción como en el día de la incorporación. A ellos les basta con que haya cumplido mi meta con duro sacrificio”, ostenta el ingeniero secando las lágrimas de su rostro.
Doblando el pañuelo azul que acogía sus ilusiones líquidas, Murillo también comparte la experiencia de retirar su título en la ventana de una oficina, “Ir y acercarse a que te otorguen tu tesoro apreciado por el esfuerzo que hiciste y te lo entreguen como si fuesen las compras que haces en una tienda, es bastante doloroso y penoso”, patentiza mientras cruzaba sus dedos encima de la mesa.
Por el encierro obligatorio a causa de la pandemia que azota al mundo, varios eventos relacionados al ámbito estudiantil se vieron afectados. Algunos estudiantes tuvieron que sustentar desde el hogar sus tesis, otros recibir sus diplomas mediante correos, mientras hay quienes deben esperar hasta que la ola del virus baje.
Para algunos la ilusión de una ceremonia de graduación se desvaneció como papel en el agua, otros mantienen viva la esperanza de que tarde o temprano todo regresará a la normalidad y podrán disfrutar de su logro como lo merecen, pero no todos gozarán de la dicha de una incorporación perfecta.
GIPHY App Key not set. Please check settings