Una verdad, atrapada en recuerdos

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Por: Heidy Pincay

La vergüenza y el temor la obligaron a callar, una verdad llena de angustia que diariamente ahogaba el poder de confianza y la seguridad de sí misma, su mente era atormentada por esos malos recuerdos de la infancia.

Eran las 10H00 del 11 de agosto de 2015, la mamá de la pequeña víctima recibió una visita inesperada en su humilde hogar, su vecina María quien vivía al frente de su casa, contándole que su hija estaba siendo acosada y que debía hacer algo al respecto, recordando su dolor, que aquel momento cayó su mundo por completo.

La pequeña Dennis cuando tenía 8 años, siempre jugaba con su vecinita Nicol, ambas compartían muchas cosas e incluso hasta su diario vivir. Durante 4 meses de traumas Dennis ya no podía seguir callando, quería sacar esa pesadumbre que llevaba dentro y decidió contarle su triste historia a su pequeña amiga.

Al recibir esta noticia la acabó, sintió caer un balde de agua fría, no sabía qué hacer, se desmoronó en llanto, mientras las manecillas del reloj marcaban el medio día, “Lo primero que hizo fue hablar conmigo, yo no sabía que decirle porque me daba vergüenza y miedo, lo único que confirmé que, era verdad”, afirmó Dennis, mientras sus ojos se inundaban de lágrimas como un cristal débil, por el gran daño que le causó ese martirio.

Pasando el medio día, la mamá agarró valor y decide llamar al padre de Dennis, al llegar se enteró de todo, de la terrible situación que había estado sufriendo la pequeña inocente.

“Mi papá se volvió como loco, gritando que lo quería matar, pero ese tipo no se encontraba porque estaba visitando a sus hijos”, aseguró Dennis, mostrando un semblante lleno de aflicción, con poca luz en sus ojos.

Los padres de Dennis no perdieron tiempo y fueron a la Fiscalía a denunciar el acoso. El trámite duró alrededor de 8 horas para detener el acusado, llevando el caso con la Dinapen, quienes se encargaron de llevarla en aquel instante con una ginecóloga, para verificar si hubo violación o solamente era acoso sexual, también pasó por psicólogos, para llegar a saber con profundidad cómo suscitó el hecho.

Fue un día lleno de angustia, lágrimas y tristeza para la familia, pasando las horas más largas y lentas de sus vidas, con un corazón lleno de furia y a su vez desvanecido, su padre se reprochaba preguntándose por qué le sucedió eso a su pequeña hija.

En Ecuador, 6 de cada 10 delitos sexuales infantiles, son ocasionados por los familiares e incluso este tipo de violencia son frecuentemente realizado por el círculo cercano a las víctimas y muchas veces los agresores suelen ser los padrastros, como el caso de Dennis.

Las desgracias no acabaron allí para Dennis, su agresor cruel y despiadado, desapareció en un segundo como un soplo al aire, cuestionándose cómo se pudo haber enterado que estaba siendo buscado por la Policía Nacional, pero no fue obstáculo para las autoridades policiales, indagaron entre los familiares más cercanos al acusado para atentar con su paradero.

Durante un mes la tristeza e indignación eran los acompañantes principales para la familia de Dennis, no encontraban rastro del responsable, pero una llamada anónima sería la clave para devolver las costelaciones de esperanzas.

Aquella llamada, relató a las autoridades que llevaban el caso, dónde se encontraba el acusado de acoso sexual infantil. La mamá del prófugo lo estaba ocultando de las fuerzas del orden.  

Eso devolvió las esperanzas de hacer justicia a los padres de Dennis, pero no fue suficiente, ya que solo le dieron 6 meses de prisión, debido a que los resultados de la Dinapen reflejaron acoso sexual y no violación. Hasta el día de hoy nadie sabe quién lo alentó a huir. “Por todo lo que me hizo necesitaba pudrirse en la cárcel”, aseveró Dennis, con una voz aguda tratando de no sentirse culpable por haber callado.

El temor psicológico llegó a un límite, en las noches no podía conciliar el sueño, ya que tenía presente esos momentos repugnantes a que ese individuo irreverente volviera hacerle daño, precisó Dennis, mostrando en su rostro una mirada perdida en el infinito.

Es difícil los momentos que ha padecido en su niñez, primero fue la separación de sus padres, después con el espantoso caso de acoso, le parecía que todo esto iba a acabar con su equilibrio emocional.

A pesar de los nublados obstáculos que ha vivido, su único aliento de fuerza han sido sus padres y abuelos paternos, siendo ellos su consuelo y fortaleza para seguir adelante, brindándole el mayor apoyo para que olvide aquella incertidumbre. La única esperanza que la ayudó a salir adelante y volver a tratar de ser la niña inocente, con un corazón noble, fue empezar desde cero y que esos días grises se fueran convirtiendo en un mundo de arcoíris con un final feliz, dado que esa pesadilla ya había acabado por completo.

Todos las victimas que han pasado por estos acontecimientos, muchas de las veces callan por el temor a que le suceda algo o por falta de comunicación que hay entre padres e hijos. Para evitar estos casos es recomendable que la víctima estimule confianza con algún familiar, de esta manera busquen ayuda necesaria sobre estos casos y que la víctima pase procesos psicológicos para evitar traumas graves y manejarlo con toda la fuerza de la ley, sobre todo poner un alto a todas estas discrepancias.

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