Un vaivén de promesas

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Por. Carolina Ponce

Carlos Manuel tiene 20 años, está en la flor de la juventud, por su mente pasan muchas ideas; desde lo que quiere ser, hasta lo que puede ofrecer según sus capacidades. En medio de todo, lo abruma el sistema. A su edad, necesariamente debe votar, debe elegir por un político, es su derecho y deber. Pero, escoger al nuevo presidente de la república no lo emociona tanto, y gran parte es por las malas referencias que ha podido ver en distintos medios. Para él, la contienda es menos importante que el ayer. “Los actuales políticos son un asco, hacen ver muy mal la práctica, pero estoy dispuesto a darles un voto de confianza, quiero estar dentro de tanto desorden”, relata el joven, mientras denotaba impotencia en su dulce rostro.

Al igual que Carlos Manuel, Dante, su mejor amigo, y un gran porcentaje de chicos tienen dudas sobre los procesos electorales, y, sobre todo, existen condicionantes de todo tipo, pero mayoritariamente digitales, que los alejan o se prestan para interpretaciones chistosas, mas no para seguir a un líder. Facebook es un gran ejemplo. La inmediatez de la comunicación que se visualiza en redes sociales, le ofrece la posibilidad al candidato de hacer su mensaje más inmediato, por lo menos en ese contexto. Pero, esta circunstancia es un arma de doble filo; te puede catapultar, así como también enterrar.

La noche empieza a caer lenta, como cuando se desprenden las hojas en la primavera, mientras Carlos Manuel junto a Dante, y un grupo de amigos empiezan a filosofar. – Creo que serán muchos los indecisos, sustenta Dante. – No es para menos, los confundidos son más que estrellas en el firmamento, ocho de cada diez, mínimo, narra Carlos Manuel.

“Los jóvenes estamos siendo señalados como indecisos, sin embargo, hoy por hoy, debemos empezar por nosotros mismos a valorar nuestra intención de voto, demostrar que no es mínima, tenemos capacidad, muchas ganas, y lo más importante: la mente fresca cual tarde en primavera. Estamos tan cansados de la forma en que se administra el país, y creemos que todos son malos, ¿por qué no ser nosotros lo nuevos actores?” – preguntó Dante. Es decir, ¿por qué no pensar que nosotros podemos en su momento llegar a ser las nuevas autoridades? – sigue narrando mientras su rostro se colorea de emoción.

“Para estas elecciones, tendremos más candidatos que peces en la mar, muchos aparecen justo ahora e intentarán llegar a la presidencia, pero, el tiempo se acorta y la mecha se gasta, puede que muchos en la pelea formen una explosión nacional, una conmoción dentro de tanta crisis, porque esos mismos políticos que saldrán ahora a visitar nuestros hogares, no respetaron la trascendencia de nuestros padres y su aporte al país, y eso no es justo”, razona Carlos Manuel, mientras levanta su ceja puntiaguda del lado izquierdo.

Como una odisea se ha convertido la previa de elecciones en nuestro país, un ir y venir de críticas, promesas, insultos y de más tópicos, que sólo aportan a seguir apaleando nuestra realidad.

Mientras se escucha la apacible melodía del canto de las aves, Malena Ponce formula que los políticos hablan del riesgo país y lo bien que van quedando, cuando su verdadera medición se evidencia cada vez que se abre la nevera en los hogares populares.

“Estamos más pelados que pico de botella, ese es el verdadero riesgo país. A este paso tendremos que seguir acostumbrándonos a ver más de nuestros hermanos partir al sueño eterno. Sin políticas públicas que nos den estabilidad, sin vacuna, y lo último no menos importante, sin que se vayan quienes tanto daño nos han generado: los políticos de siempre”, asevera Ponce, preocupada por la fuerte corrupción.

Carlos Manuel y sus amigos parecieran que no han tenido la posibilidad de ver una nueva generación de políticos, que su abanico es muy reducido y eso les duele tan fuerte como la primera vez que tropezaron en bicicleta. Su juventud los condiciona, además, apenas están descubriendo si en verdad están interesados en involucrarse en un campo que tanto aborrece como hacer cola en el banco, por lo menos mirando los toros desde lejos. “La política como un enjambre de sabidos, corruptos y vende patria. Gente sin alma que sólo escala tras ponerle el píe a alguien más, no importa quien sea”, denota Dante, mientras observa las luciérnagas celestes que decoraban la noche.

“Para llegar a ser político hay que empeñar los principios, y eso es algo que jamás quisiera hacer, es la mejor herencia que me han dejado mis padres”, relata Dante, tras tomar un sorbo profundo de agua, estos temas lo cansan.

Ahora, Carlos Manuel y su grupo de amigos que se sientan a meditar sobre el sistema, sobre la pecera de la cual son parte. Tras razonar profundamente, y como jóvenes que son, involucran sentimientos, es evidente que son inteligentes, y ahora que van deshojando criterios, saben que tienen opciones. Entre ellas, seguir sentados observando cómo se calcina la sociedad de las cuales son parte, producto de las malas prácticas políticas, o tomar partida y acogerse a cualquier movimiento que medianamente los identifique, y seguir siendo parte del sistema, pero en esta ocasión al estar más cerca, tendrán reales oportunidades de cambiar la actualidad, y dejarles a sus hijos un estado más estable. Bien por Carlos Manuel y compañía, han madurado más pronto de lo creíble, ahora estarán más cerca de poder convertirse en lo que tanto odiaron.

Mientras las luces a lo lejos titilaban como estrellas, Dante recalca: “estas elecciones estarán marcadas por la corrupción que siempre ha existido, como buenos y malos en el mundo. Será una horda de sabelotodo, una contienda que dejará buenas y malas vivencias, llena de más políticos que hormigas al hueso de pollo”. – “Pero también, esta carrera electoral nos servirá para entender de qué estamos hechos”, recordó Malena Ponce.

“Parece que fuera mentira, pero en nuestras manos está la única posibilidad de encaminarnos a un mejor futuro. Es increíble que, más del 40% de ciudadanos no haya decidido a quién le dará el voto en los próximos comicios electorales, la cifra es alarmante”, explica Carlos Manuel mostrando furia como un volcán.

¿Qué nos dice todo lo expuesto?, – pregunta Dante, efectivamente, la indecisión reina, pero a qué se debe, ¿por qué los ciudadanos ecuatorianos no están interesados en dar el voto?

Carlos Manuel y sus compañeros coinciden en algo, la pandemia trajo consigo un cúmulo de irregularidades, se destapó la olla de grillos que estaba hasta el tope. Como ciudadanos, entramos a la decadencia no sólo por las limitaciones económicas, sino también al saber colapsado el servicio público, la mina de oro que conservaba tan bien el ejecutivo, los ministros y asambleístas, pero que, al estar sentados sobre un Estado sentido, ya no aguantó más.

-Sobreprecio fue el término más popular, del cual se empezó a hablar a diario una vez confinados. Los casos de corrupción iban cayendo uno tras otro como gotas de lluvia, los medios desnudaban la realidad. Pero, algo seguía estando mal, los responsables no eran detenidos, y a los que se pudo juzgar, hoy cumplen sentencias decorativas, ¿cómo no hartarse de situaciones como esas? Esa es la pregunta que ronda en la cabeza de Carlos Manuel.

“Una juventud que será determinante en el juicio final, que, al decidir no votar, terminará haciéndose mucho daño, porque pareciera que hoy, acogerse al voto facultativo sería como engañarse estando consciente. Adolecentes de 16 años deben involucrarse, Policía Nacional, Fuerzas Armadas, adultos mayores, todos deben darse el tiempo y hacer fuerza para derrotar a este sistema que nos presiona a seguir esclavos de sus decisiones”, amonesta Dante desconcertado.

Carlos Manuel, Dante y sus amigos, en el fondo esperan poder conocer a todos los candidatos, quieren tratar de ser democráticos antes de decidir, es decir, darse espacio a recibir toda la flama de promesas que, de seguro recibirá por los notables. Pero el tiempo se achica, y la campaña ya ha comenzado, será muy difícil que la agenda de todos llegue a cada rincón, necesariamente deberán segmentar sus acciones donde crean que pueden recibir más aplausos. Qué dilema para los jóvenes y las elecciones, a decir verdad, la coyuntura política en mezcla con la pandemia  ha hecho pensar mucho, madurar a golpetazos, porque bien ahora se puede dejar esta decisión una vez más a los padres, pero hay que ser consecuentes con el hoyo en el que estamos. Dichosos quienes pueden seguir estudiando, existe una gran mayoría que no lo está haciendo, y no se puede ignorar. 2020 fue el año de la reflexión, del emprendimiento, de entender y empezar a luchar por una causa. Se recordará siempre como el año que hizo abandonar la zona de confort. El año en el que muchos de nuestros familiares y amigos vieron la luz al final del túnel y aunque quisieran, ya no pudieron volver.

 

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