La mujer de mil batallas

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Por Eduardo Burgos

Abrió las puertas de su casa con una enorme sonrisa. Su rostro vislumbraba un color rojizo cual cereza en tiempos de cosecha, su mirada, aunque en ratos perdida, no dejaba de tener ese brillo que denota la esperanza.

Su casa construida con madera y caña es un símbolo de pobreza e identidad del montuvio manabita, pero en la que sobresale el amor que irradia una madre al cuidado de su hijo con discapacidad motriz.

Santanense de nacimiento, madre de 5 hijos, con 48 primaveras, pero con el mismo ímpetu de cuando tenía 16.

La vida de este personaje ha sido un conglomerado de prueba tras prueba, el tener un niño a temprana edad con discapacidad, es una misión difícil de cumplir día a día, sin embargo, Mercedes no tenía idea de las cosas que se le vendrían encima, una verdadera montaña de adversidades.

Su enfermedad

Desde hace 17 años la vida de Mercedes dio un cambio que para ella era inimaginable, le detectaron Lupus, su existencia después de recibir la noticia, su existencia dio un giro de 360 grados.

El Lupus es una enfermedad autoinmunitaria crónica, el sistema inmunológico se ataca así mismo por error, una trágica incidencia, que sea tu propio cuerpo el que te lastime, lo que sin piedad alguna puede llegar a afectar primero a las articulaciones, hasta llegar a los órganos, acabando con la vida del paciente, un asesino silencioso que carcome anhelos y sueños.

Es una enfermedad rara (5 nacimientos por cada 5 millones) le tocó a ella ser la “elegida” para padecerla, “Dios les da sus más crudas batallas a sus mejores guerreros”, aquella frase inspiradora, pero a la vez severa e injusta remarcaba el lema del diario vivir de “Merce”, como la conocen en su localidad.

Villigua narra que cuando recibió la noticia se derrumbó, “En aquellos momentos solo quería llorar”, al ser una mujer criada en el campo, resalta que no tenía un vasto conocimiento sobre enfermedades, no obstante, cuando el médico le comenzó a describir lo que padecía, lagrimas brotaron de sus parpados, que pronto se transformaron en un diluvio.

La vida de Mercedes nunca más seria la misma, “La verdad no sabía que me esperaba, pensar en eso me deprimía mucho”, acrecienta en su relato mientras tímidamente bebe un vaso con agua.
La ayuda psicológica que recibió de parte de sus amigos y familiares fue lo que la mantuvo en pie, con melancolía recuerda que su médico estaba empeñado en dejarle claro que solo viviría más tiempo siendo optimista, “El especialista fue duro conmigo, me dejó claro desde un principio que mi enfermedad era grave e incurable, pero siempre me dijo que debía ser positiva”, este pensamiento se volvió la biblia de su vida.
Ya han pasado 17 años desde aquel trágico momento, con orgullo reafirmó que ha vivido por mucho más tiempo de lo que algunos médicos le pronosticaron, riendo exclama que esto solo ha sido posible gracias a su contundente forma de manejar sus emociones, “Cuando me deprimo trato de llorar con todas mis fuerzas, es mi forma de desahogarme y no acumular esa ruda tristeza que me hace daño”, enuncia convencida mientras delicadamente acomoda su cabello.

Su familia

Mercedes es madre de 5 hijos que pudieron ser 8, ya que, como un recordatorio doloroso de que la vida da golpes fuertes, a veces a quien menos los merece, sufrió la pérdida de 3 retoños, a estas tormentosas circunstancias se suman algunos matrimonios abruptos.

La vida le ha colocado “benditos retos” como ella les llama, refiriéndose a sus vástagos. Su primer reto fue recibir a su primer hijo, el que tempranamente concibió a los 15 años, con cariño lo llama “Jotita”, él padece una discapacidad del 95% en su cuerpo, “Jota nació totalmente sano, tuvo un problema luego de una fiebre, a raíz de esto sufrió convulsiones que le provocaron daños en su cerebro”, recuerda con la mirada fija en su hijo de ya 32 años.

Actualmente “Jotita” es beneficiario de un bono por parte del gobierno, 240 dólares que Mercedes agradece desde lo más profundo de su ser, por otro lado, aunque se muestra con actitud positiva, la realidad es que este bono a duras penas logra cubrir el 40% de todas las necesidades de su hijo, “No soy mal agradecida no lo seré nunca, pero los momentos son duros y el dinero escaso”, reflexiona al mismo instante que encogiendo sus manos demuestra intranquilidad.

Clama por ayuda

La situación que vive su familia no está cerca de ser óptima, el gobierno a pesar de la ayuda que le ofrece con respecto a “Jotita”, no ha respondido con la asistencia necesaria para ella, a pesar de ser una de los tristes “afortunados”, portadores de una de las 106 enfermedades raras crónicas reconocidas por el Ministerio de salud ecuatoriano.

Para puntualizar esta realidad, se presentaron dos de sus 7 hermanas, Rosa y Lourdes Villigua, quienes sin dudar ni un segundo llegaron a casa de Mercedes, para ofrecer sus puntos de vista respecto a la odisea que vive su hermana.

  • “Merce” es una gran mujer, yo no podría hacer todo lo que ella ha hecho, sin embargo, la ayuda por parte del gobierno es casi nula-, vociferó con fervor Rosa.

  • Nuestra hermana mayor es una guerrera, sin lugar a dudas es de admirar su labor, a veces el dinero no le alcanza ni para comer, nosotros tratamos de brindarle ayuda, pero no es suficiente-, lamentó Lourdes.

Se puede salir adelante con ganas, pero a veces las ganas no son suficientes, solo con los gastos de su enfermedad entre las medicinas diarias que debe ingerir para manejar su dolencia, sumado a los gastos de comida y medicinas para Jota, el dinero desaparece como una estrella fugaz.

Para empeorar la situación, hace unos meses a su primogénito le diagnosticaron cálculos renales, lo que lo ha mantenido con sueros y dolorosos periodos de cólicos, una pesadilla que agobia su corazón. Ver a su hijo postrado en una silla de ruedas ya es una montaña de dificultad, sumarle el martirio que significa presenciar como su hijo llora de dolor por los cólicos, con sueros que gota a gota parecen interminables, un verdadero calvario.

Esta situación se ha agravado al punto de necesitar cirugía, el especialista que está encargado de su caso se encuentra en Quito, sin recursos ni conocidos en aquella enorme ciudad que desconoce por completo, escenario que provoca desesperación hasta para aquellos que escuchan su historia.

Mercedes acomodando su cabello con la consigna de no dejarse invadir por los malos pensamientos, expulsando lo negativo, continúa ampliando que no ha obtenido ayuda de parte de las autoridades respectivas, “Hablé con un encargado del sub centro de salud de la ciudad, pero me supieron decir que no contaban con una ambulancia para hacer tal recorrido”, reveló con preocupación Viligua mientras agachaba la cabeza, su rostro por un segundo se perdió entre la desesperación.

Ahora se encuentra como un barco a la deriva, gracias a la ayuda de vecinos y amigos logró conseguir el dinero para la cirugía, sin embargo, el viaje de Santa Ana a Quito es una travesía larga, al no contar con un vehículo acondicionado para su hijo, complica la difícil tarea de transportarlo.

A pesar de todas las barreras que la vida le ha puesto, Mercedes confía en que el mañana será mejor, sabe que aún no es su tiempo, procura disfrutar de todos los momentos preciados, su odisea no termina, pero su fe la mantendrá con fuerzas para afrontar las dificultades, hasta el último suspiro de su vida.

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