La fe, fue su cura
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Por: Cristhofer López
- La mujer que desafío a su diagnóstico medico
Genny Barcia aseguró haber presenciado un milagro en ella misma, tras la detección de un quiste en su cerebro.
Al entablar la conversión con Genny Barcia, maestra, se es difícil llegar a entender el infierno por el cual ha pasado, y gratificante ver la mujer renovada que es en la actualidad. Mantiene un aspecto hogareño (vestido y sandalias), un estilo capilar semejante a la figura de las nubes, y tan brillante como el sol.
Nació en Santa Mónica, Manta, y creció dando que hablar, siempre tan risueña y astuta, desde muy pequeña su inteligencia era envidiada, lastimosamente paso una adolescencia poco agradable, padres infieles y hermanos poco comunicativos, la casa era una estación de trenes, personas iban y venían, era como vivir con extraños.
Genny siempre fue soñadora, planteaba metas casi inalcanzables, pero al escucharla hablar, todo parecía posible, e incluso te hacía creer que era un juego de niños para ella, y que de alguna manera lo lograría, demostrando que cuya perseverancia es la que la trajo hasta este punto.
Se graduó, con uno de los puntajes más altos de su clase, aspiraba a estudiar contabilidad, y lo hizo, pero salió embarazada, faltándole solo dos semestres para licenciarse, se ausentaba seguido, y era razonable, pero termino abandonando la carrera, a raíz de la falta de apoyo por parte de sus familiares.
Su esposo, Willian López, no pasaba en tierra firme, su profesión no se lo permitía, proveniente de una familia de pescadores, y un hogar que no gozaba de riquezas, encontró esa mina de oro en las profundidades del mar, y aunque la paga era considerable en esos tiempos, no recompensaba el tiempo perdido con su amada y su pequeño retoño.
Genny muy frustrada y deprimida al no poder culminar sus estudios, encontró los motivos suficientes en su pequeño hijo, para buscar trabajo, al principio no tuvo suerte, pero la perseverancia siempre fue su as bajo la manga, y no paro hasta conseguir un empleo.
Empezó de mesera, y termino trabajando en un centro comercial, donde permaneció años, donde también paso malos momentos, desde maltratos psicológicos de su jefa, hasta egoísmo de sus propios “compañeros” de trabajo.
—Hoy es 31 de octubre, ¿Qué harás después del trabajo?, nuestro turno terminará en pocos minutos.
— Saldré con mi hijo, siempre ha querido pedir dulces en esta fecha, inclusive ahorré para comprarle este disfraz de payaso.
— Escuchaste los altavoces, nos quedaremos hasta las doce de la noche, acomodando la mercancía.
Aquella mujer no sucumbió a los malos tratos, y dejo aquel lugar, donde cuya experiencia la habría marcado de por vida, pero agradecida por conocer esa parte de la humanidad, a la que juró jamás pertenecer, un día decidió probar suerte y comenzó a educarse para orientar a niños con problemas de aprendizaje.
Comenzó a incursionarse en aquel mundo de la pedagogía infantil, y sin darse cuenta, era lo que le apasionaba, veía en cada niño las ganas de querer enseñar toda la vida, era cambiada de institución casi a menudo, eso no era problema para ella, pero llego aquel día que sin duda puso a Genny en una difícil situación.
Le llego una notificación, la cual claramente decía que, si quería seguir enseñando, debía tener un título universitario, su rostro pálido y manos más frías que un témpano de hielo, denotaban el temor que cavia en ella, rápidamente las palabras de aliento no se hicieron esperar, y decidida, comenzó el debido proceso para escalar hacia su meta.
Pasaron los años y comenzó a trabajar en las filas del CNH (Creciendo con Nuestros Hijos), como educadora auxiliar, a su vez también se estaba preparando en la universidad, y en un abrir y cerrar de ojos, ya era el gran día de su graduación, “dejé de estudiar mi hijo, y volví a estudiar por mi hijo”.
Llena de vida y de ganas de comerse el mundo comenzó su primera jornada oficial, su trabajo consistía en hacer visitas en diferentes sectores, y en ocasiones no llegaba a su hogar hasta altas horas de la tarde, obligándola a comer en comedores improvisados, sin saber, que esta monotonía le jugaría una mala pasada en el futuro.
“Todo comenzó una tarde de agosto, del año 2010, sentí sin previo aviso un dolor insoportable en mi cabeza, el dolor se intensificaba cada día, esos días se hicieron semanas, recurrí al centro de salud más cercano, me supieron decir que presentaba inicios de migraña, pero en mi subconsciente sabía que el doctor se equivocaba”, relató aquella mujer que en un minuto recreo aquellos momentos de angustia.
Los siguientes días, Genny seguía sintiendo esos dolores, “era un pico, y yo me sentía la roca”, había días que el dolor era mínimo y días que el dolor era insoportable, recibió palabras de aliento de parte de gente que la apreciaba, describiendo su situación como pasajera, sin pensar que para Genny era el inicio de un viaje hacia la desesperación, sin un retorno seguro.
Pasaron alrededor de dos años, tiempo en el que Genny asistió a varios hospitales, fue atendida por diferentes médicos, de distintas áreas de la medicina, pero ninguno acertó, ninguno sabía que producía ese escándalo dentro de Genny.
“Mi angustia era demasiada, me consumía, sentía que no tenía salvación, nadie daba con una respuesta, incluso llegaron a pensar que mi problema era psicológico, yo ya no aguantaba, me golpeaba la cabeza contra la pared varias veces seguidas para calmar el dolor”.
Y aunque Genny, a raíz de su inexplicable enfermedad, vivía rodeada de personas que le brindaron su apoyo y motivación, no había palabras que alivianaran la carga que sentía, en ocasiones incluso pensó en suicidarse, para acabar con su sufrimiento, y el de los demás.
Como última opción le quedó asistir a un último medico “ese día siempre quedara plasmado en mi mente, el neurólogo me atendió, y procedí a darle mi tomografía”.
— Como es posible que ningún médico haya detectado esto, tienes un quiste en el hemisferio izquierdo del cerebro, generalmente estos parásitos, nacen de las comidas mal preparadas.
— No lo puedo creer doctor, ha pasado tanto tiempo, y nadie me lo supo decir, ¿Qué procede?
— Afortunadamente el quiste está muerto, se puede operar, pero corres riesgo de morir durante el procedimiento, o puedes arriesgarte a mantenerlo en tu cerebro, por otro lado, no sabemos si el quiste haya tenido crías, solo es cuestión de tiempo para que te den convulsiones, ya que el daño es irreversible, lo lamento.
Genny salió de aquel consultorio en blanco, solo lagrimas brotaban en su mejilla, guardo un profundo silencio hasta llegar a casa, se desplomó en su cama y empezó a gritar, “estuve una semana sin ver a mis hijos, luego decidí salir y afrontar estas adversidades, no llegue hasta este punto rindiéndome”.
En la actualidad aquella mujer aprendió a vivir con su enfermedad, y cuanta que hasta el día de hoy no ha sufrido ni una sola convulsión, “me refugie en Dios, y se lo deje todo en manos de él”, con lágrimas en los ojos confirma una vez más que los milagros existen.
Siguió trabajando para el MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social), enseñando y mejorando el aprendizaje de los niños, sin duda su pasión la llevo a una de sus peores experiencias, pero ella aseguró sentirse feliz, con su profesión y el don que Dios le ha dado, al igual que la fortaleza y la perseverancia, que desde niña la han acompañado.
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