Golpe de muerte

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Por Amy Mero Loor

Comerciante falleció tras luchar 25 horas por su vida en el hospital

Un jueves aproximadamente las 9 de la mañana, en la sequita, Montecristi, ante un escenario totalmente atestado de habitantes de la zona, fue encontrado herido el comerciante de helados de coco que vestía de lunes a sábado con un pantalón de basta ancha, una camisa color blanco, botas de cuero y un mandil azul, perdió la vida  luego de agonizar 25 horas en el hospital de Manta Rafael Rodríguez Zambrano por causa de una fractura en la cabeza, que le ocasionó una muerte cruel.

La familia consternada por la noticia que se la dio un médico a través de una llamada telefónica, se quedó en conmoción al escuchar la novedad angustiosa, aquel día el cielo pintaba de gris con nubes espesas que ocultaban el sol.

Andrés Vélez de 52 años de edad, considerado por sus vecinos el más acolitador con los niños, ya que al llegar de su jornada de trabajo lo que sobraba era poco se lo regalaba a los niños de la vecindad, y en ellos pintaba una sonrisa de oreja a oreja, y sus ojos se le iluminaban de amor al saber que quedaban extasiados con un helado de coco, la noción deplorable fue una impresión de desconsuelo para todos. Falleció el día jueves a las 10 de la mañana cuando se encontraba internado en el área de emergencias en el hospital de Manta. Aquel golpe le impedía la libre circulación del líquido sanguínea, esta aparatosa novedad hace que su vida cuelgue de un hilo, el coágulo no le  permitió que el oxígeno llegue a los órganos vitales, le causó una variedad de complicaciones tales como ataques cerebral, cardíacos y dolor intenso, este fue el caso de Andrés, quien lucho por su vida 25 horas seguidas. El hecho causa melancolía a su familia.

Es así como el día de la muerte llega y sucede, que lo que posees pasará a otras manos, pero lo que eres será tuyo para siempre y recordado con bondad en los corazones de quienes te quieren, lamentó Cinthia Vélez hermana mayor de Andrés. 

Cinthia Vélez viuda de 58 años tiene 2 hijos que se encuentran en el extranjero su hijo mayor se llama Juan de 32 años, y una hija de 23 llamada Carolina. 

Vive en la misma casa de su hermano fallecido, era la que le ayudaba a preparar los helados de coco, y a empacarlos para tenerlos listos en la mañana. Se le hace interminable las noches sin su hermano, en los pasillos de su casa se siente la soledad como su única compañía, siendo un panorama abrumador en donde se nutren sus tristezas a medida que crecen las lágrimas como un frío caudal, desorientada observa el cuadro postrado en la pared de su hermano Andrés y su corazón se hace diminuto.

Es abrumador para una madre viuda, la tristeza y la necesidad de desahogo está presente, todo ahora es luz desvanecida en su vida, no hay soledad más cruel que la de dos hermanos que se amaban y apoyaban, en el cuál fue arrebatada una mañana de estupor, se refleja una mirada cansada y triste.  Mientras se seca las lágrimas con un pañuelo de su hermano difunto, entra una videollamada de sus hijos, y quiebra en llanto, no  puede cruzar  palabras, su aliento anonadado y desesperado invade su rostro, vive la desesperación de estar junto a su familia y la dolorosa noticia invade su corazón.

Klever el hijastro de Andrés espetó que, “fue el mejor padrastro que ha tenido en su vida”, ya que el papá de sangre lo abandonó cuando nació y nunca lo ha conocido; refleja en su mirada angustia, y con una camiseta del padrastro que tiene el hedor se seca las lágrimas. Andrés Vélez lo ha criado como su hijo, y le ha dado lo más importante que es el amor de un padre, siempre fue su apoyo y quien lo guiaba para tomar las decisiones correctas. Las dudas sobre la muerte se convierten en pesadumbres secas de la  vida de sus familiares.

La policía puntualizó que “se encontró la billetera pero sin el dinero, y que fue interceptado para robarle los 200 dólares y luego lo habían arrollado”.

“Lamentablemente el percance cobró la vida de una persona sin problemas de dinero, a quien se lo recuerda carismático, sonriente y con una voz de tarro”, refirió la vecina Angélica, fue su último viaje y el más largo, le dejó un enorme vacío; ella compartía sus noches de fines de semana con juegos de naipes como “me voy”, “cuarenta”. Andrés fue su compañero de pasatiempos, distracción y de noches de risas que se hacían cortas.

Además le regaló una perrita a quien le puso Coco, por lo blanca y chiquita que es, tanto es el cariño que le tiene Angélica a su perrita que le construyó una casita de madera para que tenga buenas condiciones de vida, le hace chequeos en el veterinario, y es como un chicle, pasa a su lado las 24 horas del día.

Su hijastro Klever Vélez precisó que, “nunca se imaginó el dolor por el que estaba pasando”. Lo recuerda dándole abrazos, en su rostro desconsolado y una vista pañosa, golpea la pared.

En el hospital los médicos le dieron limitadas ilusiones de vida, fue imposible salvarlo, la muerte es lo único que llega con seguridad, además de la fractura cerebral tenía coágulos de sangre. Aquello le impedía la libre circulación del líquido sanguíneo. El hecho de esta aparatosa novedad es que este tipo de coágulo no permite que el oxígeno llegue a los órganos vitales, y puede causar una variedad de complicaciones tales como ataques cerebrales, cardíacos, parálisis, dolor intenso, aquel fue el caso de Andrés, quien luchó por su vida 25 horas seguidas, eso recuerda el tiempo limitado en la tierra, no hay manera de saber cuándo acaba, por eso empieza a vivir el día al máximo como si fuera el único que tienes.

Andrés Vélez era padre de dos hijos mayores de edad, y vivía en la pradera, el vendía helados desde hace 23 años en una esquina de la sequita, se trasladaba en su moto a las 8 de la mañana varias personas lo conocían como “Andrés el coquito”.

Su hijo mayor  Alberto quien tiene 25 años de edad, lo iba a visitar casi todos los días, y siempre le regalaba un helado, que se lo deleitaba con gusto, recuerda que de pequeño con 10 años se robaba los helados del papá para hacer venta en el colegio, es una anécdota que recordará toda su vida, y se la contará a su futuro hijo que viene en camino, con alegría y tristeza a la vez rememora aquel recuerdo. No importa como muere un hombre, sino como vive y será recordado.

Su cuerpo fue retirado del hospital y trasladado a su hogar para la velación, su familia evitó que se le realizara la autopsia porque no iban a presentar denuncias en la fiscalía.

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