¡ÉL SÍ EXISTE!

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Por Abigail Zambrano

La mañana de un 23 de septiembre del 2018, Jesús Adrián un niño de tez blanca, cabello castaño claro y ojos rasgados, de cuatro años de edad, se levantó muy temprano con el sol haciéndole compañía.

Todo indicaba que iba a ser un día más, como cualquier otro, era parecido a vivir en un cuento repetido una y otra vez, pero cuando llegaron las tres de la tarde su tía Patricia fue a visitarlos, fue solo entonces cuando el cuento empezó a cambiar.

Su tía Patricia conversó por un par de horas con Marisol, madre de Jesús y cuando llegaron las 17h30 su tía decide que ya es momento de regresar a su casa, Jesús le pidió que lo llevara con ella para jugar con sus primos, la madre de Jesús accedió, puesto que ella tenía muchas cosas que hacer en la casa y con un niño tan inquieto se le haría imposible.

Ir a visitar a sus primos representaba toda una aventura, se encontraba muy emocionado y moría de ganas por saber en qué personajes se convertirían a la hora de jugar esta vez.

Mientras caminaban por las tranquilas calles de La Concordia, el pequeño niño y su tía, imaginaban todos los posibles escenarios en los que desarrollarían nuevas historias divertidas que cuando él regresara a su casa podría compartirlas con sus hermanos mayores.

En cuanto llegó a la casa de su tía Patricia, Jesús sintió como la adrenalina se apoderaba de él cuando vio a Shaggy, un pequeño perro de la familia que era muy inquieto y quien se convertía en su oponente cuando quería jugar a las carreras.

En ese momento, Jesús Adrián dejó que su imaginación se encargara de crear la pista más grande del mundo, con los obstáculos más difíciles de atravesar para que solo los mejores competidores de la galaxia pudieran estar ahí.

Cuando ambos competidores estaban listos y la carrera estaba a punto de comenzar, de pronto entre la multitud Jesús escuchó la voz de su tío José llamarlo por su apodo.

  • ¡Hola loquillo! – gritó su tío.
  • ¡Tío! – respondió, Jesús.

El niño muy emocionado salió de su fantasía y corrió a saludarlo, su tío era el mejor villano y colega en sus historias, le encantaba jugar con él, pero la mayoría de ocasiones en las que los visitaba su tío estaba trabajando.

Una vez que saludó a su tío corrió al segundo piso de la casa para saludar a sus primos, todos estaban ahí, por lo tanto, esta vez tendría más aventureros dispuestos a todo por explorar nuevos mundos y enfrentarse a los villanos que se les atraviesen.

Emocionado anunció a sus primos las aventuras que había planeado para aquella ocasión, su rostro expresaba una alegría incomparable, como si estuviera a punto de reclamar el premio gordo después de ganar la lotería.

Con la ayuda de la creatividad de su tío José y la imaginación de Jesús, los integrantes de la familia experimentaron todo tipo de aventuras riesgosas.

Los escenarios imaginarios de Jesús estaban llenos de innumerables ideas maravillosas, desde oscuros caminos llenos de dragones, arenas movedizas, castillos en llamas, selvas repletas de bestias salvajes y lagos con cocodrilos del tamaño de una montaña.

Cuando llegaron las diez de la noche y para culminar las aventuras Jesús propuso jugar un poco de futbol, ya que era evidente que las ideas para seguir con las aventuras riesgosas se habían acabado.

De la misma manera que con los juegos anteriores, Jesús dejó su mente volar y de pronto el partido parecía ser una de las finales de los “súper campeones”, un campeonato épico, el estadio estaba repleto y tanto los narradores como los hinchas se encontraban emocionados por saber el resultado del partido.

El juego marchaba bien hasta que repentinamente Jesús se quedó helado, salió de su fantasía de golpe, su rostro se convirtió en un papel en blanco, perdió el equilibrio y corrió como pudo asustado hasta la casa, como si hubiese visto a un fantasma.

En seguida sus tíos y primos fueron detrás de él, se sorprendieron mucho ya que encontraron al pequeño temblando, sus tíos le preguntaron qué era lo que había ocurrido a lo que el niño supo responder…

  • Vi un monstro, era horrible, tenía un vestido oscuro, zapatos grandes y un sombrero gigante. Estaba escondido en el árbol y me estaba viendo, tenía unos ojos muy rojos como dos gotas de sangre. Me hizo asustar y salí corriendo”, explicó Jesús, con sus ojos abiertos como platos.

Su tío José preocupado salió a revisar si había algo raro en el patio, pero no encontró nada, su tía Patricia tratando de calmarlo le dijo que seguro había sido parte de su imaginación ya que era una de las cualidades del pequeño Jesús, pero él insistió…

  • Tía yo lo vi, no lo imaginé, yo solo estaba jugando el partido cuando sentí que me observaban y cuando me viré lo vi, ¡Él sí existe! -, recalcó Jesús, angustiado al ver que nadie le creía.

Pasaron unos cuantos minutos y Jesús se empezaba a tranquilizar, sus tíos se quedaron con él en la sala de su hogar después de lo sucedido, mostrándole cualquier video de Youtube sobre héroes y carreras que lo hicieran olvidar lo que había visto.

Sin embargo, una de sus primas aún se sentía inquieta, ya que no era la primera vez que un niño pequeño presenciaba algo ahí, así que para tener una idea clara de que era lo que había visto Jesús, su prima le pidió que dibujara aquello que lo había aterrorizado.

Por si la descripción de lo que Jesús había visto no era suficiente ahora había un dibujo que lo confirmaba todo, lo que ya varios niños habían visto cerca del árbol era aquello considerado una leyenda por muchos, lo conocen como “El Duende” y según las historias que narran los ancianos de la localidad, a el Duende le gusta salir a asustar a los niños inquietos que juegan hasta altas horas de la noche.

A la fecha de hoy Jesús Adrián no recuerda exactamente lo sucedido, pero sus familiares, quienes estuvieron a su lado después de lo ocurrido narran la historia, conservando como un mal recuerdo el dibujo de lo que aterrorizó al pequeño niño aquella noche de septiembre. La familia reunida se pregunta, ¿será esto cuento, fábula o leyenda?

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