Bajo un mal silencioso
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Por: Diana Hidalgo
Un alto flujo de personas, vehículos y comerciantes, se concentraron en las calles García Moreno, Juan Montalvo, 12 de febrero y Miguel Valverde, centro de Milagro. Caminar por esos sectores de la ciudad era una odisea total, pues las aglomeraciones podían observarse a metros de distancia, esto, ante la atónita mirada de transeúntes y comerciantes que buscaban entre el tumulto, un espacio para caminar.
Aunque las autoridades ya imaginaban el escenario que se viviría durante los dos días festivos, buscando precautelar la salud de la ciudadanía, establecieron nuevas medidas de control que evitaron que la ola de contagios sea mayor.
Sin embargo, pareciera que la ciudadanía prefirió hacerse de la vista gorda y no cumplir con las medidas de bioseguridad establecidas por el COE Nacional (Centro de Operaciones de Emergencia).
A las 9h30 del pasado 24 de diciembre, varios comerciantes informales se instalaron en la acera de la calle García Moreno. Buscaban vender sus productos, ofrecían ropa, zapatos, frutas, lotería, juguetes, bebidas hidratantes y comida preparada. Otros vendedores se instalaron en la 12 de febrero, aunque la presencia de los agentes municipales, les impedía trabajar con normalidad
“Tratamos de salir adelante, la pandemia nos provocó grandes pérdidas, ahora queremos trabajar para llevar el alimento a nuestros hogares”, exclamó mirando al cielo Fernanda Rodríguez, una comerciante de camisetas y zapatos deportivos, quien se ubicó en la esquina de la 12 de febrero.
Otros comerciantes de juguetes y artículos navideños, se quejaban por las bajas ventas que habían tenido días anteriores, “Hasta ayer sólo vendí $80 dólares, tengo fe que hoy será diferente, pues necesito pagar la mercadería que he sacado fiada”, explicó preocupado Mauricio Narváez, mientras sacudía el polvo de sus artículos.
John Pensantes, dueño de un puesto en el centro comercial “Mi lindo Milagro”, en el que distribuye calzado deportivo de mujer, señaló que durante los últimos días se han producido grandes aglomeraciones.
“Gracias a Dios no me he contagiado, pero otros compañeros no han corrido con la misma suerte, he visto morir a grandes amigos. Por eso me cuido mucho y en mi local siempre proporciono alcohol y gel para los clientes que llegan”, aseveró Pesantes mientras acomoda su mascarilla.
Alrededor del medio día, en los exteriores del Supermercado “La Diferencia”, se vio a gran cantidad de personas que llevaban bolsas con ropa, juguetes, comida o calzado. Más adelante, como si tratase de un encuentro familiar, un grupo de jóvenes se abrazaban y besaban cariñosamente, como queriendo llamar la atención de la multitud que por ahí pasaba.
Este suceso llamó la atención de María Belén García, una joven estudiante de Comunicación Social en la Universidad Estatal de Milagro, de cabellera negro azabache, ojos grandes y estatura media.
Para García esas actitudes son totalmente reprochables, “Ahora más que nunca debemos de tener mucho cuidado con ese tipo de demostraciones de cariño en público, porque por ese descuido tan insignificante podemos contraer el virus”, puntualizó García mientras acomodaba su cabello.
Algunas de las familias trataban de alejarse de los tumultos, pues el fantasma asesino aún está merodeando en el entorno, tratando de acabar con la vida de más personas, por eso se desinfectaban constantemente las manos con alcohol o gel desinfectante.
“El panorama por el coronavirus esta difícil, pero confió en Dios, él me protegerá ante todo mal, tengo fe”, señaló Mariana Alarcón, mientras observaba prendas de vestir para sus padres y hermanos.
Ya para el 31 de diciembre, las aglomeraciones eran aun más evidentes. En el mercado municipal desde las 7 de la mañana, se podía observar como las personas comenzaban a llegar a realizar sus compras, algunos cargaban niños, otros andaban sin mascarilla, y otros simplemente no respetaban el distanciamiento social. Familias enteras salieron a la calle, unas a comprar y otras a “dar un paseo”.
Jefferson Naula, un joven emprendedor, mientras dirige su mirada hacia las nubes de algodón, señala que en los días alusivos a las festividades de Navidad, hubieron aglomeraciones un tanto moderadas, pero para el 31 de diciembre el escenario fue aterrador.
“Parece un día normal, como aquellos días en los que no existía el coronavirus, es inexplicable la cantidad de personas que se encuentran en las calles, parece que no le temen al COVID-19”, resalta Naula mientras desinfecta sus manos con gel antibacterial.
Un hecho que para el Ingeniero Industrial Leonardo Campoverde, era posible que sucediera, pues las personas han mantenido por mucho tiempo la costumbre de realizar las compras de navidad y fin de año a última hora, ya sea por el dinero o por la falta de tiempo, debido a sus horarios de trabajo.
“Es difícil pensar que estos días festivos podía existir poca movilización de personas, pues son los días en los que el comercio más ingreso tiene. Aunque estamos atravesando por una pandemia muy crítica, la gente no toma conciencia y sale como si nada”, atestiguó Campoverde mientras observa a la gente caminar.
Para el empresario, quien también es dueño de un local de venta de celulares, la llegada del virus al país, cambio por completo la vida de todos, muchos sueños se desvanecieron como agua en papel, algunas personas perdieron sus empleos, mientras que otros tratan de renacer como el ave fénix.
El comercio informal se incrementó los días 24 y 31 de diciembre, generando mayor cantidad de aglomeración de personas.
“Comerciantes informales es lo que más hay durante estos días, desde mi local puedo observar como pasan a cada instante, ellos aprovecharon la posibilidad de generar ingresos para llevar el alimento a sus hogares, aunque esto provoca que las personas se aglomeren en cualquier lugar”, puntualizó Rodríguez mientras seca con un pañuelo blanco, el sudor que cubre su frente.
Mirando el azul del cielo, Lorena Valverde comerciante informal revela que para ella también es difícil ver como muchas personas salen a la calle sin temor a contagiarse, “Creo que las personas quieren celebrar estas fechas muy importantes en todo el año y por eso se relajaron”, aseveró con la mirada perdida tratando de buscar una silla para sentarse.
Valverde, quien tiene que luchar día a día por sus dos hijos, relata con lágrimas que días antes del 24 y 31 de diciembre, le tocaba recorrer algunas calles para poder vender sus boletos de lotería y llevar el alimento a su hogar, pero en estos días a vendido todos en una sola calle.
“Hay tanta gente, que apenas tuve que recorrer una sola calle para poder vender todos los boletos. Después de la tormenta, llega la calma”, clamó Valverde con una sonrisa mostrando las perlas de su boca.
Francisco Castillo propietario del local comercial “El Palacio del Calzado», ubicado en las calles García Moreno y 12 de Febrero, puntualiza que durante los dos días festivos, los esfuerzos de la autoridades por mantener el orden y el distanciamiento social, fue en vano, pues todo se salió de control.
Algunos ciudadanos salieron muy temprano a realizar sus compras, con la finalidad de evitar la aglomeración de personas.
“He recorrido algunos puestos de ropa, y me he dado cuenta que está cara, pagué $40 dólares por una blusa y pantalón. El año pasado, las mismas prendas me costaron $30 dólares”, enfatizó Liliana Tello mientras dirigía su mirada al piso.
Más aglomeraciones se produjeron en los alrededores de la calle García Moreno y Juan Montalvo, las mismas que fueron cerradas parcialmente para evitar la movilización de vehículos por el lugar.
Decenas de comerciantes caminaban por ese sector, frente a la fría mirada de policías y agentes municipales que buscaban evitar las aglomeraciones. Lo mismo sucedió en la calle Vargas Torres, desde la intersección de la Cámara de Comercio, hasta el cementerio.
La situación fue distinta en sitios como la zona rosa, avenida Colón y el parque norte, lugares en los que no hubo tanta aglomeración de personas debido a que se mantuvieron con estrictos controles por parte de las autoridades.
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