VAIVÉN ECONÓMICO
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El desbalance económico en los negocios de los comerciantes de Manta, ha disminuido de una forma garrafal, lo cual da paso a las bajas ventas de las personas más vulnerables del mercado municipal del centro.
Con una mirada cabizbaja y con días nublados casi con 21° de temperatura los comerciantes se levantan al oír el sonido del gallo, cada día. Cada mañana es una oportunidad de ver salir el sol, con esperanzas altas y sin dar marcha atrás algunos puestos abren sus puertas alrededor del mercado central.
A raíz de la pandemia, el Ecuador quedó desnudo en todo ámbito, pero con un mayor porcentaje en la economía. Según fuente Diario el Comercio, el sector más afectado ha sido el comercial, las ventas internas al por mayor y menor generaron USD 12 940 millones entre enero y abril de este año, según datos del Servicio de Rentas Internas (SRI). La cifra es inferior a los USD 15 759 millones alcanzados en el mismo período del año pasado, lo que representa una caída del 17,9% (USD 2 820 millones).
En frente del mercado y del UPC de la policía nacional, se encuentra Julio Mendoza, con su emblemática carreta llena de cocos, mangos y grosellas. Alardeaba sus productos a las personas que transitaban en el camino, mientras vendía algunos vasos de agua de coco, vociferaba que en sus 10 años trabajando en el comercio de ambulante, no había situado un evento de esta magnitud.
Actualmente sus ganancias son menos de la mitad de lo que hacía antes de la pandemia, su recorrido comienza apenas sale el ocaso, parte desde todo el mercado, calle 13, y ave 24. Sus ganancias mejoraban anteriormente por los feriados en la playa del Murciélago y ahora ya no puede transitar en lugares públicos, como lo era antes en las playas, parques, etc.
En el mes de Junio y Julio se ha incrementado mucho más comercio ambulante por las zonas más céntricas de Manta. En la calle 12 existen alrededor de 50 puestos ambulantes de cualquier tipo de comercio, pero evidentemente los que asoman la cabeza son los que ofrecen mascarillas personalizadas, guantes, y entre otras cosas de protección contra el virus.
En un “vaivén” tal y como lo asevera Ángel Palma “Don palmita”, es la situación actual de su negocio, él es comerciante de cubetas de huevos hace más de 25 años y se come las uñas todos los días para poder ganarse algo y al menos sobrevivir. La competencia que vive a medida de los días lo pone afligido, el comercio y los emprendimientos por la cuarentena se han incrementado y multiplicado que ahora es complejo poder vender más de lo deseado.
“Don palmita”, ha trabajo los 3 meses y más que se lleva de cuarentena y estado de excepción tanto en Manta como en todo el País, abriendo su puesto de 6am a 12am, también ofrece cubetas de huevos a domicilio. Recalcó que el auge de todo este contratiempo ha sido la emigración de extranjeros tanto como colombianos y venezolanos al País.
A finales del 2019 el Ecuador tuvo una sobre explotación de extranjeros lo que ocasionó una revuelta en todo el País. Miles de personas perdieron su empleo, tanto como empresas, vendedores ambulantes, emprendedores, albañiles, entre otros fueron despedidos por el crecimiento de extranjeros al campo laboral.
La ciudadanía esta interceptada a hacer de oídos sordos y vista ciega, hace 3 meses el País se vio afectado por una cadena de corrupción y corruptos que han dejado despilfarrado por cada esquina al Ecuador. Es una de las mayores crisis económicas del siglo que es ostensible e indescriptible poder contextuar la deuda externa que existe.
“Ojala el gobierno supiera como nos sentimos los más pobres que a veces no tenemos ni para un pan”, increpó Carlos Villamil en su pequeña y poco estropeada carreta de guineos, la cual le sirve como medio de transporte y trabajo diariamente.
Carlos es un señor de 60 años próximo a pertenecer a la tercera edad, él no cuenta con un seguro social que lo apoye en sus crisis. Reside en el barrio La Proaño, lo cual le queda casi 1 hora y más poder llegar al centro de Manta. Lo poco que vende, no es grandeza pero asegura que tiene una fe innata en Dios y cada día esa fe le hace soñar diferente.
“No todas las personas estamos en el mismo barco, algunas poseen mayores bienes e ingresos, otras solo existimos y estamos al aire libre, expuestos al peligro”, reprochaba Carlos mientras miraba despavoridamente sin rastro.
Las ventas de Villamil no alcanzan el 20% de lo que ganaba posteriormente a la pandemia. El racimo de guineo lo vende a $3 y $5 dependiendo el tamaño del racimo, por $0,25 vende alrededor de 6 guineos. Él, además de colocarse a las afueras del mercado, recorre los barrios céntricos, afirma que habitan más personas caminando por las calles actualmente con menos miedo pero con más riesgo de contagio.
Mucho más atrás, un poco recóndito del mercado, y cerca de la calle 13 se encuentra José Meza y su emblemático carro con la venta de frutas. Discrepaba José quien a veces es sacado por la policía, por parquearse cerca de lugares públicos a ofrecer sus productos. Él, denotaba una sonrisa como la nieve pero melancólica como un día nublado, mientras arreglaba sus frutas para comenzar un nuevo día laborable.
El negocio de las frutas ha ido regularmente creciendo a medida de los 3 meses de la pandemia. A inicios de Abril la frutilla, el kiwi, la guayaba entre otras frutas se volvieron escasas debido a la poca cosecha y al desglose del virus en la zona de la sierra. Donde los agricultores no podían realizar el debido proceso de sembrío y venta de los frutos.
Debido a la gran demanda y a la escasez de la misma, hubo una alteración de precios en la mayoría de productos de la canasta básica. Las personas hacían sus quejan a través de redes sociales, manifestando la molestia y el desagrado a la situación que atravesaban.
Frente al banco Pichincha y al costado de las farmacias Sana Sana, se ubica Juan Zambrano y su canasta casi rebosando de pastelillos y limón. Expresa que su venta de pastelillos ciertas veces tiene gran auge y en algunas ocasiones se come las uñas.
“Vender pastelillos en un canasto no es tarea fácil, toca recorrer y sudársela cada amanecer para subsistir”, alardeaba Zambrano mientras abría un pastelillo para colocarle su respectiva salsa y el emblemático limoncito que no podía faltar.
Juan posee 5 años vendiendo pastelillos, el anteriormente transitaba por varios sectores como en las afueras de los estadios, escuelas, parques, circos, veredas, etc.
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Actualmente oriunda toda la calle 13 y zona céntrica de la ciudad, sus ventas en el día son de 15 o 20 pastelillos. Los fines de semana son como un regalo para un niño pequeño, se vende toda la canasta de pasteles, mascullaba Juan, denotando una sonrisa de felicidad por la venta de su lucro en fines de semana.
Los negocios que portan mucho más realce en medio de toda esta crisis son los ambulantes y se evidencia apoyo mutuo de los moradores a los vendedores que ciertamente sufren cada día creando e innovando ideas para crear mayor ganancia.
Además de negocios y vendedores ambulantes, en los alrededores del mercado central también hay locales de ropa, en uno de ellos se encuentra Mercedes García, con bombos y platillos ella alardeaba las prendas de su local expresando de manera feliz y contenta que era estar de nuevo en el ruedo, aunque pese a la situación no perdía esperanzas.
“En la vida hay que ser perseverante, por ahí dicen que el que no persevera no alcanza”, vociferaba Mercedes mientras pasaban los buses por la zona. Ella se considera una persona creyente en los Santos, con el corazón en la mano prospera tener suerte en sus ventas. Aseguró que “Nada volvería a ser igual”.
Los negocios de la zona trabajan regularmente con semáforo amarillo, y con las normas dispuestas por el GAD Municipal, cualquier local, o grupo de personas que transiten por la calle sin la debida precaución será sancionado aseveró un policía de tránsito mientras hacían las respectivas inspecciones diarias por el mercado.
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